Sergio Busquets es un pedazo de jugador. Ha sido clave en los 32 títulos que ha ganado el Barça en los últimos 12 años. Tiene visión de juego y una magnífica salida de pelota. Domina el juego de posición, con y sin balón; y sabe cuándo saltar a la presión. Esto es indiscutible. Pero también es una obviedad que va camino de los 34 años, que físicamente ha perdido velocidad de pensamiento y ejecución aunque nunca ha sido demasiado rápido. Y también se le nota justito de resistencia física ahora que los partidos son mucho más intensos y largos.
Estas carencias quedan disimuladas cuando el Barça tiene mucha posesión y siempre que detrás tenga una defensa rápida, que mantenga la línea muy alta, y el equipo esté juntito. Pero no es el caso del actual Barça, que queda en evidencia cuando se enfrenta a rivales de entidad que le discuten el balón, le ponen ritmo al partido y hacen transiciones rápidas para aprovechar las facilidades que deja una defensa carente. de aceleración.
Piqué, Alba y Alves ya no confían en su velocidad y tienden a recular y tampoco llegan a hacerse las coberturas. Y esto alarga al equipo y provoca que haya demasiada distancia entre líneas causando que Busquets quede muy expuesto y sea fácilmente superable. Y además, al contrario de lo que pueda parecer, el Barça de Xavi es más de velocidad que de pausa. De hecho, sólo tiene de promedio un 62% de posesión. El Barça de Koeman tenía una media más alta.
Busquets es un gran jugador que ahora se ve perjudicado por el contexto. Sigue siendo muy útil pero, quizás debe dejar de ser un titular indiscutible en un 4-3-3, con unos defensas que también van justos físicamente. Las alternativas son fichar a defensores más rápidos o cambiar a un 4-2-3-1 para que Busquets juegue acompañado de otro pívot. Frenkie De Jong o Nico, que pueden jugar en su posición, deberían tener más oportunidades y dosificar al de Ciutat Badia. El estilo de juego que Xavi está implantando requiere una defensa adelantada y rápida, justo lo que no tiene.