El Barça acuñó la frase pit i collons como propia en tiempos de Carles Puyol. El eterno capitán era todo garra, todo coraje, y contagiaba su espíritu de lucha a los compañeros. Aquel pundonor también fue clave para entender la etapa dorada del Barça de Rijkaard y, sobre todo, de Guardiola. Puyol marchó del Barça en 2014 debido a una lesión de rodilla enquistada y, con el tiempo, poco a poco, el equipo fue perdiendo aquella ferocidad que simbolizaba el de La Pobla. Fue un proceso paulatino, porque el Barça mantenía el mejor talento del mundo, pero la intensidad cada vez fue a menos y, combinada con el envejecimiento de la plantilla, acabó desembocando en el triste ocaso de los últimos años. Este miércoles, en el clásico de la Supercopa de Arabia Saudí, hemos vuelto a ver aquel carácter que tanto se echaba en falta. Como dice Xavi Hernández, este es el camino.
Gerard Piqué, evadido por un momento de sus guerras en Twitter para centrarse en su profesión como corresponde, y el propio Xavi han coincidido en señalar tras el Barça-Madrid (2-3) el amor propio del conjunto. "Me voy muy orgulloso del equipo", decía el primero. "Nos vamos con la cabeza bien alta", sentenciaba el segundo. Por primera vez en mucho tiempo, el Barça se va derrotado con sabor a victoria. Y representa una gran noticia, siempre que sirva como punto de partida para empezar a crecer y no como una trampa que lleve nuevamente a la relajación.
El Barça ha vuelto a ser valiente, llegando a jugar con defensa de tres en los momentos necesarios. Y, a pesar de un primer tiempo para el olvido, donde lo único rescatable fueron los remates de El hace dos semanas desterrado Luuk de Jong, hay que aplaudir a Xavi la capacidad de reacción. En esa faceta sí que marca diferencias con Koeman, cuyas lecturas de partido solían estar más carentes de soluciones. Si bien en la primera parte la propuesta de ambos técnicos era muy similar, en el segundo tiempo Xavi tuvo el valor de retirar a Ferran Torres y Frenkie de Jong para apostar por Abde y Pedri. Y la verdad que fue todo un acierto que se vio mejorado después con la entrada de Ansu Fati y el olvidado Nico, injusto castigado del clásico. Por último, irrumpió el peleón Ferran Jutglà, que aportó su granito de arena.
La Supercopa se vuelve a escapar de las manos del Barça, y ya van tres años sin ganarla --desde 2018 contra el Sevilla--, pero el equipo se lleva algo mucho mejor de la censurable Arabia Saudí: las bases para construir un equipo que debe resurgir de sus cenizas con una nueva generación de jóvenes ambiciosos, talentosos y luchadores. Es hora de que el Dream Teen se haga suyo el Pit i collons de Puyol.