Nuevo drama culé. Los pupilos de Xavi Hernández se han estrellado en Granada (1-1) tras un partido de estilo reconocible pero carente de chispa, valentía, atrevimiento... y fútbol de verdad. El Barça dominó la posesión de forma estéril y, como ya ocurrió contra el Mallorca, acudió a las armas de Ronald Koeman para tratar de llevarse los tres puntos: los centros a la testa de Luuk de Jong. El delantero holandés volvió a marcar y ya van dos goles consecutivos. En Mallorca a centro de Mingueza y en Granada a pase de Dani Alves. Pero eso no fue suficiente para ganar. Este Barça es una ruina.
Xavi ha terminado el partido cabreadísimo. Normal. El resultado viene tras un cúmulo de malas decisiones. Todas evitables. Los jugadores no pararon de perder balones, como ya ocurrió en Linares y en muchos otros partidos de este curso. El propio Ter Stegen hizo dos regalos al Granada para llevarse las manos a la cabeza. Dembelé volvió a tomar muy malas decisiones en ataque y se sumó a las pérdidas no forzadas. Jordi Alba y Dani Alves sufrieron en los marcajes al recular... Y luego el entrenador decidió cambiar a Luuk, una decisión que ha generado mucha división en las redes. Por un lado era comprensible el cambio, pensando que Memphis Depay, máximo goleador del equipo, podría aportar algo al partido pero, a posteriori, se ha demostrado como un error: Luuk estaba siendo el más peligroso del Barça y su compatriota no sumó en nada.
Después de todo esto, encima, llegó la expulsión de Gavi. El joven de 17 años pecó de inexperiencia y se autoexpulsó por un exceso de agresividad que fue duramente, aunque justa, castigado por el árbitro. Ya lo dijimos en su día, Gavi es una mezcla entre Iniesta y Puyol. Tiene la técnica y el carácter necesarios para ser un jugador de época, pero de vez en cuando se pasa de revoluciones y ello le penaliza. Nada que objetar. Mejor pasarse por exceso que por defecto. Tras su marcha, Xavi sacrificó al obtuso Dembelé y apostó por Álvaro Sanz, con el consecuente riesgo que ello generaba al equipo: una expulsión del primer equipo hubiese comportado la derrota automática por infracción de la normativa. El entrenador quiso dejar muy señalado a Riqui Puig, candidato a salir en el mercado de invierno.
Pero lo que más absurdo se hace de este horrendo partido no son ni las pérdidas de balón, ni el comprensible error de Xavi en el cambio de Luuk, ni la excesiva potencia de Gavi, ni los riesgos asumidos con la entrada de Álvaro. Lo peor de todo es que el Barça reforzó a su rival con un fichaje directo horas antes del partido. Y Robert Moreno, técnico del Granada y ex del Barça como segundo de Luis Enrique, lo aprovechó. Álex Collado se estrenó como jugador nazarí con un buen partido y aunque no tuvo una incidencia directa en el gol del empate, protagonizó una gran actuación que, sin lugar a dudas, ayudó a que el Barça se quedase sin dos puntos. ¿No podían haber esperado a cerrar su salida después del 8 de enero? ¿Acaso era tan urgente teniendo en cuenta que Collado no estaba inscrito y no iba a liberar masa salarial? Un desastre de gestión incomprensible desde su anuncio que, junto a los demás argumentos aportados, ayuda a explicar el empate del Barça en Granada.