Guardiola tiene razón. Esta vez ha vuelto a poner el dedo en la llaga. El técnico de Santpedor recordaba, en la entraga de premios de la Federación Catalana, que no se ha valorado suficiente todo lo que el Barça ha conseguido en los últimos años. Y no solo eso, sino que, curiosamente, las críticas más feroces se han producido durante la década (del 2010 al 2020) en la que el Barça ha sido el club que más títulos ha conquistado del mundo: 22. El Barça levantó dos Champions (2011 y 2015), Ligas, Copas del Rey, Mundiales de club y Supercopas, llegando siempre a cuartos o semifinales de la Copa de Europa, como en 2019, cuando el equipo se paseó en España y fue eliminado por el Liverpool (4-0) en un partido que abochornará para siempre a esos jugadores.
Llama poderosamente la atención que en toda esa época, parecía que el entorno no festejaba los títulos ganados sino que dramatizaba por los que se perdían, como si el Barça estuviera obligado a ganar el triplete cada año. Lo curioso es que esa exagerada exigencia se ha transformado ahora en paciencia y conformismo que roza la resignación. Guardiola dijo textualmente: “Si ahora nos toca pasarlas mal, pues las pasamos. Y no pasa nada si no se gana nada este año ni tampoco el año que viene. Ahora sí hay una muy buena junta directiva y hay un excelente entrenador”. La exagerada exigencia de antes, cuando ni ganando había elogios, con otros dirigentes al frente del club, ahora se ha convertido en paciencia y conformismo. Del discurso de Laporta hace cuatro meses de “no hay temporadas de transición y en el Barça perder tendrá consecuencias” se ha pasado a pedir paciencia y no pasa nada si hay sequía de títulos en los próximos dos o tres años. Y algunos dirán, es que antes estaba Messi.
Era un gran mérito que la maquinaria del club generase tantos ingresos como para mantener al argentino, que como se ha visto no era fácil. Antes también se
destacaban solo los errores y ahora los aciertos, aunque escaseen. Y es que en este club tan cainita y enfrentado siempre por los “ismos” se machaca a todas las juntas directivas, por eso no hay presidente que haya tenido una buena salida, y se habla solo de la parte mala de la herencia cuando todas las juntas han tenido también grandes aciertos, contribuyendo a convertir el Barça en el club grande que es hoy.
El Espai Barça es un gran ejemplo. Se critica a la junta anterior por no haber hecho entrar las grúas al Camp Nou cuando el gran éxito ha sido conseguir el consenso vecinal y político que los últimos presidentes intentaron (Núñez, Gaspart, Laporta y Rosell) y no consiguieron. Se ha modificado el plan metropolitano, se ha negociado con la Generalitat y el Ayuntamiento, se consiguió una forma de financiación que no pusiera en peligro la viabilidad futura del club, que ahora ha aprovechado la actual junta, se han iniciado una parte de las obras con la construcción de un nuevo estadio bautizado con el nombre de Johan Cruyff, se han urbanizado los aledaños, que era la compensación al ayuntamiento a cambio de más metros edificables, se ha demolido el Miniestadi y en lugar de destacar todo ese proceso exitoso se ha hablado más de que las palomas se cagaban en los frankfurts y la junta anterior no hacía nada. Cuánta demagogia.