En la historia del fútbol hay muchas páginas que hablan de memorables generaciones de futbolistas que han contribuido decisivamente al éxito y prestigio de grandes clubs. La última, sin duda alguna, la del Barça de los Víctor Valdés, Puyol, Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro, Messi, y que fue exitosamente explotada por Pep Guardiola, Luis Enrique y Ernesto Valverde. Pero esas quintas envejecen como todos los seres humanos, no son eternas, ni se pueden clonar. Aparecen por ciclos. Por eso no siempre ganan los mismos equipos. Con todos los cracks que han nacido en Holanda, la memoria no recuerda una generación como la que tuvo el Ajax de Cruyff, como tampoco una igual a la del Bayern de Beckenbauer, o sin ir muy lejos como la conocida con el nombre de la quinta del Buitre del Real Madrid.
Muchos críticos de la gestión de las anteriores juntas directivas presididas por Sandro Rosell y Josep María Bartomeu, ante la falta de resultados del equipo, acuñaron la acusación de que estos mandatarios estaban acabando con el legado porque en unos casos, decían, no se estaba cuidando la Masia, y en otros, el descuido obedecía a la envidia que sentían por todo lo que había hecho Joan Laporta en su primera etapa como presidente. Toda una mentira, porque si bien Jan tuvo el privilegio de ver la explosión de aquella cantera, Rosell y Bartomeu también obtuvieron un gran rendimiento de esa producción de jugadores. Y si bien Laporta los mimó, Bartomeu cometió el error de consentirlos tanto que acabó entregándoles a varios de ellos una gran parte de la caja del club.
Cuando hoy se descubren hasta ocho jugadores jóvenes surgidos del filial, y de una excelente calidad, habrá que aceptar que el legado o la herencia futbolística dejada por el anterior presidente no es reprochable sino todo lo contrario. Hoy también observamos con cierta envidia las formaciones de otros grandes clubs, líderes en sus Ligas, favoritos en todas las competiciones y superiores al actual Barça.
La presencia de Ansu, Pedri, Araujo, Gavi, Nico, Jutlgà, Abde, Baldé, Riqui y Eric, invita a pensar que el futuro del Barça está asegurado, y que la herencia futbolística no es tan negativa como la pintan algunos. Xavi está acelerando la progresión de estos jóvenes. El equipo seguirá sufriendo para ganar, como sucedió el pasado sábado ante el Elche, y volverá a perder. Toca paciencia y confiar en su evolución en busca de ese futuro que se augura prometedor.