Joan Laporta ya ha recibido la autorización de los socios para financiar el Espai Barça. El presidente de la primera entidad deportiva de Catalunya pue de pedir un crédito de 1.500 millones de euros para ejecutar la transformación del Camp Nou y la construcción del nuevo Palau, pero todavía tiene muchos deberes por hacer.

El Barça necesita un patrocinador para el Camp Nou. Una empresa que ponga su nombre al estadio cuando esté totalmente renovado. Laporta asegura que el club logrará la mejor propuesta del mercado para financiar una operación con muchas luces y sombras.

Laporta y su junta directiva aseguran que sus cálculos son muy conservadores, pero las cifras asustan. Aseguran los ejecutivos que el Barça ingresará 200 millones de euros más que ahora por la explotación del Camp Nou, que pasará de tener 99.300 a 105.000 asientos. El estadio no se llena ni por casualidad y Laporta contempla una ampliación que suscita muchas dudas.

El de Laporta es un proyecto faraónico. El nuevo Camp Nou tendrá dos anillos de palcos y 8.000 localidades VIP, una cifra sobredimensionada según los expertos del sector. El nuevo proyecto de Nikken Sekkei contempla una tercera grada totalmente nueva, pero nada se toca de la primera, con una visibilidad muy mala. Y la reforma del estadio no es barata: 900 millones de euros.

El Barça, curiosamente, todavía no tiene decidido si jugará una temporada en otro estadio. Esa era la idea inicial de Laporta con el objetivo de acelerar las obras. Sorprendió que el máximo dirigente confesara su deseo de jugar un año en el Johan Cruyff, en la Ciutat Esportiva Joan Gamper, en Sant Joan Despí.

Laporta proyectó una ampliación del Johan Cruyff, pero la alcaldesa de Sant Joan Despí le dijo que se olvidara de jugar allí, alegando motivos de movilidad. Otra opción pasa por jugar en el estadio del RCD Espanyol, una propuesta aún más atrevida que sería muy mal recibida por ambas aficiones. La lógica apunta a Montjuïc. A la montaña mágica.

El Olímpic Lluís Companys acogió las ceremonias de inauguración y clausura de los juegos de 1992. También, las pruebas de atletismo. Y durante 12 años fue la casa del Espanyol. Desde 2009, sin embargo, tiene muy poca actividad y se va degradando poco a poco.

Colau, a quien nunca le han importado el Barça ni el deporte de élite un pimiento, sueña ahora con un pelotazo, con pedirle un alquiler muy elevado al club más representativo de la ciudad. Siendo como era la antigua portavoz de la PAH, la cosa tiene su gracia, aunque a Laporta no le haga tanta. Y también sorprende que David Escudé, el concejal de Deportes, insinúe que las obras de adecuación del estadio y el alquiler le podrían costar 40 millones de euros. Él, que desprecia el mantenimiento de la superilla del Poblenou y poco hace por regenerar un distrito con muchas urgencias, se pone ahora chulito con Laporta y el Barça. Mal asunto.