A la pregunta de ¿cómo explicas la diferencia entre el Bayern y el Barça en los últimos años?, Piqué respondió “La gestión. Tan sencillo como esto”. Resulta que en 2015 se ganó el triplete, en 2016 el doblete, con la mejor delantera del mundo que pudo reunir Bartomeu gracias a la buena gestión de los ejecutivos que conseguían un récord de ingresos para poder pagarles.
El tridente se rompió porque Neymar quiso irse a París y los capitanes no le convencieron de lo contrario sino que se rieron de todos con el “se queda”. En 2018, con Valverde, el Barça gana la liga paseándose y en cuartos de final de Champions los jugadores hacen el ridículo perdiendo por 3-0 contra una Roma que, evidentemente, no tenía mejor plantilla.
En 2019, el Barça se queda a un partido y medio del triplete, sí, sí, otro triplete que no pudo ser porque tras ganar la liga sin perder un solo partido y haber llegado a la final de Copa y semifinales de una Champions cuya final se iba a jugar en Madrid --¿Se imaginan al Barça ganando una Champions cerca de la Cibeles?--, los jugadores volvieron a hacer el ridículo perdiendo por 4-0 ante un Liverpool que no tenía a Salah ni Mané por lesión. Y luego tiraron la Copa (Luis Suárez quiso operarse antes para poder jugar la Copa América) ante el Valencia, que evidentemente tampoco tenía mejor plantilla que el Barça. Y en 2020, con Quique Setién, dejan escapar la liga perdiendo en el Camp Nou frente a Osasuna a tres jornadas del final y decidieron irse de vacaciones en lugar de preparar el partido frente al Bayern que acabó con la derrota europea más humillante de la historia del Barça.
Mientras Bartomeu firmaba renovaciones al alza que han acabado hipotecando al club, los jugadores, con Piqué a la cabeza, estaban encantados con el
presidente pero dejaron de estarlo cuando les impuso una rebaja salarial en pleno confinamiento Covid (abril 2019) y les advirtió que si a la temporada siguiente (2019-20) seguía sin entrar público al estadio, deberían hacerse una nueva rebaja. Ahí los Messi, Luis Suárez y Piqué tiraron de galones y se rebelaron mientras los otros grandes clubes, como el Real Madrid y la Juventus, sí hacían rebajas salariales aceptadas en silencio por sus plantillas.
Y lo que acabó de enfadar a Piqué fue que Bartomeu no quiso venderle el Barça Corporate porque infringía el código ético que prohíbe a los empleados del club hacer negocios con la entidad. Piqué critica ahora la gestión del club de la que él se ha beneficiado para sangrarlo y cobrar un contrato multimillonario con cantidades muy por encima de su rendimiento y de su compromiso profesional que ha ido disminuyendo. Llegar al estadio en bicicleta sin casco para jugar un partido de Liga --conducta peligrosísima y prohibida para los futbolistas de élite--, reconocer que solo duerme cuatro o cinco horas diarias, conceder entrevistas hasta altas horas de la madrugada para promocionar su Copa Davis o practicar windsurf estando de baja médica demuestran que el fútbol hace tiempo que dejó de ser su prioridad. Seguro que se refería a la mala autogestión del vestuario.