En esta humilde columna ya he hecho un artículo, anteriormente, sobre los negocios fallidos de Gerard Piqué. Podría hacer un inventario pero seré breve: videojuegos, documentales, hamburguesas, gafas de sol, Copa Davis, liga francesa… Y los globos. En esto me quiero centrar para dar algunos detalles que he podido recoger y definen el liderazgo de Piqué en el terreno empresarial que, seguramente, emana de los rasgos que tiene dentro del vestidor.
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Piqué es anárquico: decidió montar un campeonato mundial de globos de la noche a la mañana, sin asesorarse, sin escuchar y por imperativo. Tanto es así que su equipo, cuando cerraba los detalles con los organizadores, no sabían qué contestar a preguntas básicas de producción previas.
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Piqué es imprevisible: tanto es así que los participantes a este campeonato se buscaron entre ciudadanos de Barcelona y cercanías con nacionalidades de otros países. Me imagino a alguien buscando americanos, italianos y peruanos por el Born de Barcelona y confundiéndose con algunos turistas….
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Piqué es divinismo: increíble que convoque a periodistas en Port Aventura, a las tantas de la noche, y se niegue a dar una mínima declaración. Si tan poco te gustamos, ¿por qué nos llamas? Al final, incluso le obligaron a salir desde la propia dirección del parque porque esta manera de hacer chocaba frontalmente con la buena comunicación que da el sitio, independientemente de sus maneras, Piqué tenía que recordar que aquello no era su casa. Y, por cierto, felicitar al periodista David Bernabeu por dignificar el oficio. El único que dijo, ‘de aquí no me muevo hasta que salga’.
Por todo ello, esta recta final de su carrera debe reconsiderar cómo la quiere terminar. Ser anárquico, imprevisible y divino cuando todo te va de cara, hasta hace cierta gracia. En cambio, reunir estos adjetivos cuando a lo más básico no se llega, invita a una buena reflexión. Seguramente Xavi se ha percatado de todo ello y, ahora, decide reconducirlo. No tuvo la misma suerte Guardiola que ya vio en Piqué estos detalles pero entonces, cuando era un gran defensa, nadie tenía el poder para poder corregirlo. Ni el mismo Guardiola.