Se ha atisbado cierta mejoría en el juego del Barça en los partidos ante el Alavés y el Dinamo de Kiev. Sergi Barjuan no ha hecho ninguna revolución, solo ha puesto cierta coherencia y, sobre todo, se ha beneficiado de recuperar a Ansu Fati, que marca las diferencias con su efectividad, y a Dembélé, que aportará
profundidad, verticalidad y desborde, que era justo lo que le faltaba al equipo. De hecho, Koeman no pudo contar en ninguna ocasión con el tridente Memphis, Ansu y Dembélé, que es la mejor delantera que puede presentar ahora el Barça. Sus sustitutos, Luuk de Jong o Yusuf Demir, bajan mucho el nivel con Braithawite y Agüero de baja. Ayer no se echó de menos a Piqué en ningún momento. Sin él, el equipo puso una mayor altura de líneas, estuvo más junto y defendió más lejos de su porteria. El gran beneficiado es Busquets, que muestra sus habilidades si no tiene que abarcar mucho campo. Piqué ya no confía en su velocidad y, debido a su tendencia a recular y su falta de intensidad, alarga al equipo y lo desordena. La prueba son las discusiones sobre el césped que ha mantenido con Busquets y Ter Stegen. Nico González está protagonizando una magnífica evolución: el rigor táctico, el criterio con el balón y la vitalidad defensiva son sus principales virtudes.
Sigue siendo un Barça en construcción y la plantilla continúa estando descompensada pero no es tan deficiente como para que no supere la primera fase de la champions o esté perdido en la zona media de la clasificación de la liga. La victoria de ayer en Kiev es una bombona de oxigeno pero el paciente sigue estando en observación. Está obligado a ganar al Benfica en la próxima final europea que disputará el martes 23 de noviembre en el Camp Nou. Y nadie puede asegurar un triunfo.
A nivel institucional, el destino es tan caprichoso que resulta que Laporta, que se ha pasado la última década diciendo que Rosell y Bartomeu querían cargarse a Messi, lo primero que hace al llegar a la presidencia es regalarlo al PSG, con Leo sintiéndose engañado y mal hablando de él. También resulta
curioso que haya estado 10 años criticando a Catar y ahora tenga que implorar la generosidad de los jeques de Doha para que le dejen fichar a Xavi Hernández, a quién le había hecho la cruz y quería ningunear por ser la carta electoral de Víctor Font, su rival electoral. De hecho, la preferencia de Laporta era Andrea Pirlo pero los avalistas le han quitado de la cabeza lo que parecía un nuevo invento y le han impuesto la figura de Xavi, cuya figura generó más consenso en el barcelonismo. Viendo como ha gestionado él solo las principales decisiones tomadas hasta ahora, parece que, afortunadamente, el Barça dejará de tener un presidente libre e independiente.