Tres días después de que se aprobara una modificación estatutaria para incluir en su carta magna que "El club promoverá los valores democráticos de la igualdad y la no discriminación y luchará por la erradicación de todas las actitudes machistas, homófobas y racistas en el ámbito social y del deporte”, el Barça ha aceptado jugar un amistoso en un país, Arabia Saudí, en el que ser homosexual es un delito y los derechos y libertades de la mujer son prácticamente inexistentes.
Maite Laporta, la hermana del presidente, fue contratada para que velara por por el cumplimiento de las normativas en lo referente a igualdad y diversidad de género. ¿Se la imaginan fiscalizando al presidente y reprochándole que el Barça vaya a jugar voluntariamente a un país en el que no se respeta ni la igualdad ni la libertad sexual o de género?
Lo primero que hizo Laporta al llegar a la presidencia fue reforzar el área de seguridad fichando al excomisario de Mossos, Ferran López, de quién se asegura que fue quién ordenó, cinco días antes de las elecciones, un registro a las oficinas del club y la detención de Bartomeu que no había sido solicitada por la jueza que instruía el caso del BarçaGate. El inspector de Mossos, Lluís Miquel Venteo, es otra de las incorporaciones en materia de seguridad, según adelantó Culemanía. Pues bien, en el primer partido de alto riesgo disputado en el Camp Nou, en el Barça-Madrid, se produjo un problema de seguridad por falta de previsión y reacción operativa al no detectar que había demasiados aficionados en la puerta 14 del Camp Nou, acceso por el que los miembros de seguridad del club indicaron que debían seguir los jugadores y el entrenador Ronald Koeman con los ya consabidos incidentes que se produjeron.
En este Barça-Madrid el club vendió 30.000 entradas online sin ningún control de seguridad cuando lo más lógico hubiera sido habilitar un sector concreto para sectorizar a los aficionados madridistas y evitar así que estuvieran mezclados con la afición culé por todo el Camp Nou. Ultras madridistas podrían haber comprado las entradas que quisieran y estar repartidos por el estadio. En la organización de la asamblea celebrada por fascículos también hubo una enorme falta de previsión al fijar el inicio de su primer capítulo a primera hora de la tarde cuando a las nueve de la noche jugaba el primer equipo contra el Valencia. El Barça tuvo que gastarse el doble de dinero para montar una segunda sesión de la asamblea siete días después.
Seguro que los nuevos ejecutivos, que son muy competentes, están ya revisando todos estos protocolos para resolver estas disfunciones.