La organización de la asamblea de compromisarios del Barça del domingo, la más trascendental de las últimas décadas, fue nefasta. Un auténtico esperpento. La planificación y preparación ya fue un desastre. Escogieron mal el horario, 15:30h, cuando todo el mundo, menos ellos, sabía que con el partido del Barça-Valencia a las 21h no habría tiempo. Si no lo habían previsto antes son unos incompetentes y si lo hicieron con el propósito de que en los puntos importantes no quedaran compromisarios en la sala, tienen mala fe.
El ritmo fue soporífero gracias a la impericia del moderador, Sr. Josep Cubells, que parece que no aprende, a pesar de haber dirigido bastantes asambleas. Desde el estrado solo interrumpían a los socios críticos, a los preparados que venían a hacer su mitin les dejaban explayarse. La prueba de que la asamblea estuvo mal diseñada de antemano lo demuestra que cambiaron votar en bloque la reforma estatutaria a votarla por separado dos días antes de la asamblea y gracias a las quejas de los socios. Pero es que la improvisación es ya una tónica habitual en esta junta.
En la primera asamblea de Laporta celebrada el pasado 20 de junio publicaron un orden del día con la reforma estatutaria y tuvieron que retirarlo porque les advirtieron que estaban incumpliendo los estatutos, concretamente el artículo 81, que obliga a dar información al socio 20 días antes. Estaría bien que el departamento jurídico se revisara la normativa del club antes de hacer nada. En la asamblea del 17-O, se justificó con cuatro dispositivas el sobreprecio del Espai Barça, que ha pasado a tener un coste de 815 millones a 1.500 a devolver en 35 años, casi el doble. No aportaron ni un solo informe técnico o arquitectónico que avalara este sobre coste. Se debatió, los socios pidieron más información y tiempo para decidir un préstamo de tal calibre, muchos sugirieron que debía hacerse otro referéndum porque el que se aprobó en 2014 era por un coste de 600 millones y ahora se está pidiendo autorización para 1.500 y cuando la votación pintaba mal se suspendió a pesar de que se había producido el debate. Por cierto, lo más grave es que la suspensión de la asamblea se hizo a instancias de los socios compromisarios que lo pidieron, y que demostraron más sentido común, y no del secretario de la junta que es, en teoría, el conductor del acto.
Los Estatutos indican que cuando se suspende una asamblea es obligatorio anunciar “simultáneamente” el día y el lugar de su reanudación. Y ni eso tenían preparado cuando todo el mundo, menos ellos, sabían que no daría tiempo a su celebración. La reprogramaron tres horas más tarde para pasar a celebrarla un sábado, día en el que muchos compromisarios trabajan, sin que coincida en día de partido y en la montaña de Montjuic donde no llega el metro, principal transporte público de la ciudad. Mucho intento de fomentar la participación no parece.
Organizar una asamblea cuesta de 400.000 a 500.000 euros, dependiendo del alquiler del lugar y del catering, un dinero que bien se podría haber ahorrado si se hubiera planificado con la cabeza y no con los pies. Ayer exhibieron la misma improvisación que con los avales in extremis hasta las 4 de la madrugada, la renovación de Messi que se arreglaría con un asado, la llegada del delantero estrella Luuk de Jong 2 minutos antes del cierre de mercado, la confianza intermitente en Ronald Koeman o la súplica express de rebaja salarial a Piqué porque no podrían inscribir a los nuevos fichajes.