Hasta el momento, todo lo que Joan Laporta prometió en campaña está pendiente de cumplimiento. Ni se renovó a Messi, ni ha retornado la alegría al barcelonismo, ni ha vuelto el espectáculo al campo. Y, mucho menos, se vuelve a ganar. El desbarajuste de los primeros seis meses de mandato del nuevo presidente está dejando sentencias que ya deberían ocupar un lugar privilegiado en el museo del club, más que nada para tener claro que no deberían volver a repetirse en la historia azulgrana.
La más dolorosa, sin duda, es la pronunciada por Messi el día de su triste e inhóspita despedida. “Yo no me quería ir”. Todavía sigue resultando incomprensible para el socio culé ver a Leo con otra camiseta tras oírle decir que él se quería quedar y que, en teoría, la directiva también que se quedara. Hay barcelonista que siguen teniendo pesadillas y se desvelan a medianoche porque en su cabeza continua retumbando como un resorte la frase de Leo: “Me dijeron que no firmaban y no me pidieron nada más”. “Y no me pidieron nada más” significa que no le rogaron una rebaja extra cuando dijeron, también en teoría, que el problema era un tema económico. Un adiós traumático de una leyenda. Trascendió y no ha sido desmentido por Laporta que el presidente menospreció a otro mito del barcelonismo, como Ronald Koeman, diciéndole que “no eres mi entrenador preferido, buscaré a otro, y si no lo encuentro seguirás”. No hay forma más torpe de restarle credibilidad al técnico que, al final, ha terminado siéndo el máximo responsable de tu proyecto deportivo. Al final de la pasada temporada, Laporta dijo: “Perder tendrá consecuencias”, en una de las afirmaciones mas resultadistas e impropias de un presidente cuyo discurso se basaba en ser fiel a un estilo de juego dando más importancia al cómo que al qué.
Otra de las frases con miga del presidente fue la pronunciada a final de la pasada liga. “Es el final de un ciclo, habrá una revolución en la plantilla”, espetó. A parte de depreciar innecesaria y públicamente a los jugadores de su propio plantel sonó a una sentencia condenatoria a las vacas sagradas que llevan tiempo saliendo en las fotos de las última debacles. Pues tres meses después de aquello, no solo continuan en la plantilla sino que además lo hacen con más peso. De titulares indiscutibles y sin haberles fichado un sustituto que les pueda toser.
Tras caer con estrépito ante el Bayern, el presidente, muy dado a hacer videos caseros, pidió “paciencia y confianza”, justo lo que no tiene él, puesto que a los 5 minutos de aquello ya filtró que Koeman estaba sentenciado porque no creía en él ni le daría más tiempo.
Otra afirmación que denota que el nivel de la plantilla ha bajado tres peldaños y que por primera vez en mucho tiempo se empieza la temporada sabiendo que la plantilla del Barça no tiene suficiente potencial para luchar por los grandes títulos es la pronunciada por Piqué tras otro ridículo europeo. “Es lo que hay”. O sea, resignación absoluta ya en la primera jornada de Champions de la temporada. Claro que el asesor deportivo del presidente ya le tiró de las orejas ayer en el programa el Onze de Esport 3. “Esto es lo que hay, no, lo que hay que hacer es dejarse la vida en el campo”. Pam. Tienen a un pirómano apagando el fuego.
Lo poco que hay para escoger en la plantilla actualmente también lo evidenció Ronald Koeman tras el épico empate frente al Granada dejando una pregunta retórica para la posteridad dirigida al enfermizo entorno de puristas del modelo. “Si ves la lista de convocados, ¿Qué hay que hacer? ¿Jugar al Tiki taki?".
La afición culé mantiene el temple esperando que Laporta, que desde que ha llegado al cargo todavía lo ha estropeado todo un poco más, cumpla lo de “sabemos lo que falla y lo arreglaremos”, aunque suene a ruego implorando un ejercicio de fe a sus feligreses sin aportar soluciones concretas de efecto inmediato. Y eso que dejó bien claro que “en el Barça no hay temporadas de transición”.
Igual es que están esperando a ver qué hace el Real Madrid para seguir sus pasos, porque según el vicepresidente del Barça, Eduard Romeu, “la gestión de Florentino Pérez es para sacarse el sombrero”.