Joan Laporta se ha puesto duro para rebajar el salario de los jugadores. Los cuatro capitanes del equipo de fútbol, Gerard Piqué, Sergio Busquets, Jordi Alba y Sergi Roberto, han reducido sus fichas en un momento especialmente delicado para la entidad, obligada a reducir su masa salarial.

El presidente del Barça espera el mismo desenlace con otros futbolistas que ganan mucho y rinden menos como Coutinho, Umtiti y Dembélé. Las negociaciones son complejas y tensas. A nadie le gusta que le rebajen el sueldo. El factor sentimental puede funcionar con los jugadores formados en la cantera azulgrana, pero chirría con los extranjeros.

Laporta, como mínimo, es valiente. El club está, económicamente, muy tocado y no ha tenido muchos complejos en prescindir de Messi y Griezmann, los dos jugadores mejor pagados de la pasada temporada. Las medidas de choque son necesarias, pero el máximo dirigente no lo tendrá fácil para justificar futuras incorporaciones millonarias. ¿Alguien se imagina que Haaland pueda fichar por el Barça con una oferta sensiblemente inferior a la de otros clubes?

Las rebajas del tio Jan también llegarán al equipo de baloncesto. Y aquí el asunto se complica un poco. Nikola Mirotic, la gran estrecha, cobra 4 millones de euros netos por temporada. Es un pastizal, pero hace dos años tenía ofertas superiores de la NBA y ya se ha rebajado el sueldo en dos ocasiones. Al ala-pívot de origen montenegrino no le ha gustado que el club le pida otro sacrificio. Y mucho menos que se haya aireado y se especule con una posible ruptura.

Mirotic, como Messi no hace tanto, está encantado en Barcelona y en el Palau cuentan que se está construyendo una casa sin reparar mucho en los gastos. Nikola fue una apuesta personal, y muy atrevida, de Bartomeu, y ya se sabe que a Laporta no le gustan las herencias recibidas. Ronald Koeman ya sabe de qué va el tema.

Laporta necesita otro gesto de Mirotic, pero debe gestionarlo con mucho tacto. De momento aspira a que el jugador se recorte un 25% su ficha, una cantidad que le parece excesiva al ala-pivot. El presidente está jugando con fuego y puede quemarse. Si aprieta mucho, puede dinamitarlo todo en una sección que, por fin, funciona a las mil maravillas.

A la espera de Mirotic, Laporta también confía en una rebaja de Pierre Oriola, pero ésta es otra historia. Al pívot nadie puede discutirle su amor al club y su entrega en la pista, pero de calidad no va sobrado y es una pieza muy secundaria para Jasikevicius, quien también asume que deberá negociar con el presidente. Posiblemente no lo tengan tan claro Calathes o Brandon Davies.

Laporta, de momento, juega fuerte. Recortar gastos es necesario, pero estaría bien que encontrara nuevos ingresos. El Barça es una marca internacional que en los próximos años deberá afrontar el proyecto más ambicioso de las próximas décadas: la remodelación del Camp Nou. A Laporta, curiosamente, no le gusta el Camp Nou de Bartomeu. Dice que está anticuado y suspira por un estadio mejor. Más caro, obviamente, y no lo tendrá fácil para atar su financiación. Con las rebajas de los deportistas no le bastará. Tiene que ser mucho más ambicioso. El Barça necesita un buen gestor.