La pelota no entra por casualidad. Hay que tomar decisiones coherentes para que después los resultados las conviertan en aciertos. Y en un momento económico tan complicado es vital no ir dando bandazos. Y, de momento, en el gobierno del Barça cuesta encontrar cierta coherencia. Luego sale el presidente Joan Laporta, disipa las dudas y reconfirma que la improvisación se ha apoderado del club. Ni tan siquiera la estructura deportiva, que es el Abc, tiene sentido. Mucha gente: Planes, Alemany, Jordi Cruyff… y ningún director deportivo profesional que esté por encima del entrenador. Y claro, luego sale el presidente, que se autoproclama muy futbolero, para decirle a Koeman con qué esquema y con qué jugadores hay que jugar. El modelo Florentino trasladado al Camp Nou. Afortunadamente, el técnico holandés tiene su personalidad y ya ha dejado claro que las tácticas y las alineaciones las decidirá él haciendo recular al presidente, que dio un paso atrás en la última entrevista que concedió en l’Onze de Esport3. Pese a los esfuerzos por encontrar la congruencia a los primeros 5 meses de gestión los hechos y los discursos lo impiden. Koeman ha pasado de no ser el entrenador ideal de Laporta (se entiende que tuviera dudas pero no que lo ninguneara públicamente) a proponerle la renovación sin que este verano haya rodado el balón. Es incompatible decir que el Barça está en una ruina económica con admitir que trataste de fichar a Neymar, una operación de 300 o 400 millones, cuando había dificultades económicas para renovar a Messi. Por cierto, sigue sin explicar el pacto al que llegó con Neymar para perdonarle tener que pagarle 16 millones al Barça. Para justificar su intento de fichaje aseguró que “nosotros teníamos otra interpretación del límite salarial”. Si realmente era desconocimiento es más grave de lo que parece. Definitivamente nos toma por tontos. Laporta se desmiente a sí mismo afirmando que “ni con las rebajas salariales de los capitanes ni con la marcha de Griezmann se podría haber renovado a Messi”, pues durante un mes asistimos al paripé del “todo progresa adecuadamente”. No es de extrañar que los Messi se sientan engañados. Ahora nos quieren colar el fichaje de Luuk De Jong, que no va ni seleccionado como Holanda, como un fichaje cruyfista. Y es que es cruyfimso fichar a jugadores que sean “del model” y si se ficha a algunos que no tienen perfil ADN Barça también es cruyfismo porque Cruyff también lo hacía. Estoy convencido que si el fichaje lo hubiera hecho otro presidente no lo hubieran catalogado de “fichaje cruyfista”, precisamente. Y sale Laporta, abogado él, y dice “en la gestión de la anterior junta hemos detectado actuaciones presuntamente delictivas y de corruptela” lanzando una acusación gravísima que perjudica el prestigio de los anteriores presidentes. Si es cierto lo que dice que aporte pruebas y vaya al juzgado. Para lanzar acusaciones gratuitas ya está la jueza Lamela.
Es cierto que el vestuario tenía demasiado poder con Bartomeu. Con Laporta tampoco ha cambiado mucho. Piqué se va a surfear sin tener el alta médica y cuando se le pregunta al presidente si va a haber sanción para el jugador responde que “Piqué es muy culé y lo tiene todo para ser presidente en un futuro”. Por cierto, un Piqué que aseguró que “los socios que silban a Umtiti seguro que llevan 30 años en su empresa sin hacer el huevo”. Y no pasa nada. Antes era un escándalo diario. Antes se criticaba que el Barça B hiciera fichajes de jugadores de fuera pagando traspaso, ahora fichan a un turco y a un marroquí, pagando, y ahora eso es cuidar la cantera.
Ves el cambio de discurso y no te lo crees.