Después de vivir el serial del verano en el que se nos engañó con la continuidad de Leo Messi en el Barça, ingenuamente pensé que pronto nos olvidaríamos de él, y correríamos un tupido velo sobre el adiós del argentino que un día quiso marcharse y no lo dejaron, y cuando otro día quiso quedarse, lo largaron. Pero no. Hoy en día nos sigue interesando más el debut de Messi y lo que hará en un campeonato que nunca nos había importado un pepino hasta el punto que una cadena española, a través de uno de los capitanes del equipo azulgrana –el omnipresente Gerard Piqué- hace un seguimiento del argentino que nunca antes había hecho cuando pertenecía al Barça. Y resulta que un partido de la liga francesa bate por primera vez récord de audiencia en España. Y no acaba ahí la messidependencia. Hasta el canal local de TV3 prefiere abrir los deportes del lunes con la media hora de Messi en el PSG que con la victoria del Barça. Lo nunca visto. Y así, hasta todos los diarios locales dan en sus portadas el debut del argentino en la liga francesa. Insólito, pero real.

Todo ello me invita a dudar de la afirmación que Joan Laporta utilizó para justificar el porqué no renovaba a Messi. Llegó a decir el presidente barcelonista que ningún jugador del Barça está por encima de la institución. Y lo despachó sin remordimiento alguno. Pero hoy, cuando cada dos por tres nos recuerdan la influencia del inolvidable Johan Cruyff en el fútbol que más éxitos dio al club, resulta tardío, y lamento que ningún miembro de la nueva junta directiva contradijera al presidente y le dijera que “puede que ningún jugador esté por encima de la institución, pero tampoco existe hoy en día ni en el futuro más próximo un jugador que haya dado tanto y haya significado tanto para el Barça como Leo Messi”. Solo por eso valía una hipoteca. Pero lo que fue, fue, que dicen en mi Barranquilla adorada cuando no se puede evitar una separación amorosa o de cualquier otro tipo.