Es desalentador. En el momento en que más unión necesita el club para superar las dos mayores calamidades sufridas en lo que llevamos de siglo XXI, los estragos económicos del COVID y la marcha de Messi, vuelven las guerras intestinas. Bartomeu guardó silencio desde que dimitió en octubre de 2020 y lo rompió cuando Laporta, que pasará a la historia por haber echado a Messi a pesar de que el argentino quería quedarse, le culpó de la marcha del argentino cuando fue él quien precisamente consiguió retenerle hace un año.
El mandato de Bartomeu ha tenido grandes aciertos, como los fichajes de Luis Enrique, Ter Stegen, Luis Suárez, Umtiti (hasta que se lesionó) Rakitic, De Jong o Pedri. Y grandes errores, que yo mismo critiqué en su día, (hay programas de radio y artículos que lo demuestran), como el fichaje de Coutinho por 150 millones, el excesivo poder concedido a los jugadores, su temeraria generosidad en las renovaciones y salarios, la contratación de Abidal o su desastrosa política de comunicación.
A pesar de las lesiones, a Dembélé se le quiere renovar. Y Griezmann parece ahora el relevo ideal para ocupar la posición de Messi. Bajo la presidencia de Rosell y Bartomeu (2010-20) el Barça ha vivido la década más gloriosa de su historia con la conquista de 22 títulos, entre ellos 2 Champions de las 5 que tiene el club. Con una media de 2,2 títulos ganados por temporada. De hecho el Barça fue designado el mejor club de la década 2010-20 por la UEFA y Forbes le distinguió como el club más valioso del mundo con una valoración de casi 4000 millones de euros, en abril de 2021, hace solo 4 meses.
En el final del mandato de Bartomeu se han juntado el ocaso de la mejor y más bien pagada generación de futbolistas (Messi, Luis Suárez, Busquets, Piqué, Alba) con el devastador impacto del COVID cifrado en la desaparición de unos 480 millones de ingresos en 17 meses. Ni todo lo hecho por Bartomeu ha sido un desastre ni Laporta lo está bordando en sus primeros 5 meses de mandato. A pesar de que el actual presidente prometió en campaña “gobernar sin mirar por el retrovisor”, ha tardado muy poco en encontrar todo tipo de culpables: Bartomeu, Tebas, la UEFA… para desviar la atención tirando de su excelente oratoria y reabrir heridas que parecían cicatrizadas. En lugar de asumir sus errores y aplicar soluciones, ha excusado su inoperancia en la apocalíptica herencia, en la que hay de todo, bueno y malo. Porque esa teórica economía tan dramática no es coherente con haberse pasado 5 meses diciendo que la renovación de Messi “está muy bien encaminada” y que “haremos 3 o 4 fichajes más, además de Agüero, Eric García, Memphis y Emerson”.
En su comparecencia, Laporta no admitió un solo error, ni asumió ninguna responsabilidad y tampoco aportó ningún plan de negocio. Solo se limitó a acusar al anterior presidente. Renunció a los 270 millones del fondo CVC, a los 250 millones de la venta del Barça Corporate, a imponer una rebaja salarial generalizada, o a los 16 millones que Neymar podía acabar pagando al Barça. Y tampoco explicó un plan para generar nuevos ingresos. Ha preferido escoger la artimaña contable de depreciar el valor de algunos jugadores con el fin de cargarle todas las pérdidas al mandato anterior para luego generar plusvalía y adjudicarse los beneficios. Depreciar algunos y no revalorizar a otros, como Pedri, es manipular.
En 2003 hizo lo mismo con Gaspart y la Audiencia provincial lo acabó revocando. Laporta quiere tener la responsabilidad de formular las cuentas de la temporada 20-21 pero eludirla en cuanto a su resultado. En su comparecencia, dijo alguna que otra inexactitud, lo que ocurre es que ahora ya nadie cuestiona la versión oficial. Explicó que el mandato de Bartomeu acabó en marzo del 2021 cuando dimitió en octubre de 2020 y, jurídicamente, la junta gestora es un órgano independiente. Está claro que el mandato Bartomeu acabó con 103 millones de beneficio, 200 que llevaba acumulados desde 2010, menos los 97 millones de pérdidas de la primera temporada de covid, la 19-20, que es la última que cerró como presidente. A pesar de ello, Laporta afirmó que “según nuestros cálculos el mandato Bartomeuse ha cerrado con 31 millones de pérdidas”.
Está preparando el terreno para emprender una acción de responsabilidad. Vuelve la venganza. Vuelve guerra judicial al Barça. Laporta afirmó que el impacto del covid en la temporada 20-21 solo fue de 91 millones cuando el club no ha ingresado ni un solo euro en entradas, abonos, palcos, hospitality, restauración, tienda Camp Nou, Museo, giras, entradas Palau, además de enormes recortes en sponsors y traspasos. Solo por esos conceptos el club facturó casi 360 millones en una temporada normal sin covid (18-19) y cuyos ingresos totales ascendieron a 990 millones. Y, a partir del Covid, disminuyeron a 855 millones, la 19-20.Y en la 20-21 bajaron a 631 millones. Descenso provocado, claramente, por la pandemia. De hecho, la UEFA ha cifrado la pérdida de ingresos del fútbol europeo por el virus en 8.100 millones, siendo el Barça el club más afectado por ser el más atractivo por el turismo.
¿Por qué Laporta solo habla de 91 millones de impacto?
Su magnífica oratoria no puede esconder su inacción durante sus primeros 5 meses. En los avales tuvo que pedir el rescate a última hora de unos avalistas externos a la candidatura que ahora son los que mandan. No ha tenido ningún plan en política deportiva. Se queja de la herencia de Bartomeu pero se ha quedado a su entrenador, a su secretario técnico, a los fichajes que ya estaban planificados y está encantado con la calidad de los canteranos, como Araujo, Ansu Fati, Mingueza, Nico, Gavi o Balde, que también son herencia. Y ha tenido que implorar una urgente adecuación salarial a Piqué porque horas antes de empezar la liga no podía inscribir a los fichajes, y eso que ha tenido 5 meses para negociar una rebaja salarial y buscar soluciones.
Tanto decir que los jugadores tenían un excesivo poder con Bartomeu y ahora resulta que Laporta vivirá arrodillado ante el capitán de la plantilla que le ha salvado del ridículo. Un Piqué que, según desveló el periodista Xavier Salvador, sentenció a Bartomeu porque el expresidente se negó a venderle el 49% del Barça Corporate ya que eso infringía el código ético del club que impide a los empleados hacer negocios con la propia entidad. Ahora, con un favor por cobrarse y con un presidente alérgico al código ético, tendrá vía libre.
Por cierto, que Piqué no perderá ni un euro, porque ha aceptado bajarse el sueldo esta temporada a cambio de que se le retirase la condición de jugar un mínimo de partidos para cumplir los años de renovación que le firmó Bartomeu. O sea que se ha asegurado cumplir todo el contrato y cobrarlo íntegramente, al final. Fue gracioso escuchar a Piqué diciendo que el resto de capitanes también están dispuestos a rebajarse el sueldo al mismo tiempo que Jordi Alba aseguraba que a él nadie le había pedido ninguna rebaja. Quizás que se hablen entre ellos. Como también resulta curioso que, supuestamente, los capitanes estén receptivos a revisar sus contratos ahora, que ya no está Messi. Eso sí, unos besos al escudo, unos tuits del club y arreglado.