Hoy, 14 de julio, el Barça 2021-22 ya ha empezado a andar y todo sigue igual. Pero sin Messi, que no es poco dramático. Continúan las vacas sagradas, esas que cuando estos dirigentes estaban fuera decían que “están acabadas” y ahora que están dentro no se atreven a tocarlas. Es evidente que no es fácil rescindir contratos en vigor pero Piqué, por ejemplo, dijo públicamente tras el 2-8 que si él era el problema estaba dispuesto a dar un paso al lado. Alternativas, las hay. No ha habido una rebaja salarial general cuando todos los analistas económicos coinciden en que es imprescindible para asegurar la viabilidad del club porque estos futbolistas ya no generan los ingresos de antes del covid. De momento, tampoco se han producido trueques aunque el que más suena es el de Saúl por Griezmann, con el Atlético de Madrid como claro beneficiado. A ver si en lugar de reforzar la plantilla se va a debilitar. No ha habido fichajes que supongan una gran competencia a los que más cobran y salieron retratados en la foto de las derrotas recientes más sonadas. Y mientras la liga está poniendo muchas pegas para inscribir a las cuatro incorporaciones ya hechas, Laporta, asegura a La Vanguardia que “habrá 3 o 4 fichajes más”. Su inconsciencia es digna de admirar.
Si no se producen grandes salidas ni grandes fichajes ésta será una plantilla sin un gran nivel, si nos atenemos al diagnóstico del propio Laporta. El presidente ya la sentenció y la devaluó, a finales de mayo, asegurando que “es un fin de ciclo” y “debe haber una renovación”.
¿Cómo va a ilusionar una plantilla que el propio presidente ha dicho que no tiene recorrido para aspirar a grandes títulos?. Porque la marcha de Junior, Trincao y Matheus, tres suplentes habituales, no puede considerarse como una gran ni pequeña revolución en la plantilla. Y Eric García y el Kun Agüero no parece que vayan a ser protagonistas principales.
Es evidente que los contratos largos con salarios altos dejados por Bartomeu, la caída de ingresos por el Covid y un mercado aletargado son un problema pero ahora se trata de encontrar y aplicar soluciones y, de momento, se siguen esperando.
Ha sido muy emocionante ver a Leo Messi levantando la Copa América con la selección argentina. Saldó esas urgencias históricas instigadas injustamente por aquellos que dudaban de su compromiso patrio a pesar de haberles conducido a disputar una final del Mundial y tres finales de Copa América acompañado de una discreta generación de futbolistas.
Liberado y feliz, estaría bien que ahora Messi despejara dudas reiterando su amor por el Barça y demostrara aquello tan repetido de que a él lo que le importa ya no es el dinero sino un buen proyecto deportivo que, ahora más que nunca, está supeditado a su generosidad. De sus exigencias o renuncias económicas depende tener que vender a cracks como Griezmann, Ansu Fati, De Jong o Pedri o poder mantenerlos. El PSG ha renunciado a su fichaje y el City tampoco parece muy dispuesto. Eso significa que ni los clubs Estado que están dopados financieramente se ven capacitados para soportar un contrato de esas dimensiones en la situación actual de covid.