Parece que Samuel Umtiti ha aceptado salir del Barça este próximo mercado de fichajes y así, el club puede vendernos que la operación salida en el Camp Nou empieza a funcionar. Está muy bien como colorete de imagen, pero esta no es la realidad. Que entre o salga es irrelevante: Umtiti hace tiempo que ha terminado su carrera futbolística por un problema, una gran mala pata, de lesión que tampoco se ha gestionado como debía ser: viajes a Qatar en busca de una recuperación mejor, disparate en los diagnósticos, más de dos y cuatro manos de expertos en medicina cambiando el rumbo de su recuperación... Sea como sea, Umtiti hace ya más de un año que está acabado. Así pues, la noticia no es si entra, sale o hace la voltereta, para ser claros. La noticia es en forma de pregunta abierta: ¿Quién pagará a Samuel Umtiti los 10 millones de euros de sueldo que tiene marcados?
Y para constatar, una vez más, que los tiempos pasados han sido para olvidar, aquí va otro dato: en mayo del 2018, el doctor Pruna --que un día también se deberán dar explicaciones del trato que ha recibido por parte del club este doctor--, ya desaconsejó la renovación del francés. Pese al aviso, el entonces presidente Josep Maria Bartomeu decidió aumentarle de 60 a 500 millones su cláusula para renovarlo hasta el 2023, con un sueldo que ronda los 10 millones ya especificados anteriormente. El pastelito, aunque se marche, se deberá pagar para los próximos dos ejercicios. Es en todo ello que Laporta debe ser transparente, auditar con las personas de su confianza, pero regalar credibilidad a los socios y socias que los han mareado como han querido, entre unos y otros.
Después de intentar alegar que Umititi padecía problemas físicos, rozando un grado de incapacidad que no le ha sido otorgada, hace falta valorar su futuro inmediato: mucho dinero ganado en poco tiempo y asumiendo que está para jugar en una categoría de regional. Los dos años que le quedan a Umtiti para cobrar, desde dónde sea, se los come el Barça.