Joan Laporta prometió la gran revolución en el Barça y, hasta ahora, la suya es una revolución de mínimos. Gerard Piqué, Sergio Busquets, Jordi Alba y Sergi Roberto jugarán, salvo sorpresa, en el equipo de Ronald Koeman la próxima temporada y tanto el presidente como su estructura deportiva tienen muchos problemas para soltar lastre y rebajar la masa salarial de una plantilla sobredimensionada.
Umtiti, Pjanic y Coutinho son futbolistas con salarios de ocho cifras y rendimiento ínfimo. Laporta, de momento, encalla con ellos. La verdad, lo tiene crudo. En cambio, el presidente del Barça ha sentenciado a Javier García Pimienta, el entrenador del Barça B, uno de los técnicos con mejor reputación del club en las últimas dos décadas.
El despido de García Pimienta, ejecutado por Laporta y Rafa Yuste, sorprende porque José Ramón Alexanko, el responsable ejecutivo del fútbol base, le había garantizado su continuidad unos días antes. El filial azulgrana, con la plantilla más joven de los últimos años, estuvo a un paso del ascenso, pero ya se sabe que el presidente quiere arrasar con todo.
García Pimienta es un técnico con adn Barça y podía haber sido una apuesta atrevida para el primer equipo. Es, con diferencia, el técnico que mejor conoce a los jóvenes de la cantera como Ilaix Moriba, Álex Collado y Nicolás González, entre otros, y es fiel al 4-3-3 de Johan Cruyff y Pep Guardiola.
Laporta, fuerte con los débiles y blando con los poderosos, debe liderar la transformación de un Barça castigado por su precaria situación económica, pero no puede cargarse todo lo que funciona. Seguro que también mete mano en el baloncesto. En la sección de balonmano todavía alucinan con el trato dispensado a David Barrufet y Xavi Pascual, dos símbolos que han sido despedidos a cajas destempladas.