Joan Laporta tiene dos frentes: abrir la puerta y cerrarla. Para el primer reto, tiene que afrontar el adiós de viejas glorias para un Barcelona que ya necesita oxigenarse. En esta puerta, hoy sitúan Piqué, Busquets y todos los pufos de la era Bartomeu. Los primeros serán los más difíciles, pero si nos fijamos no sale Jordi Alba, uno de los íntimos de Messi que se ha mantenido hasta ahora gracias al argentino. Laporta debe superar los retos, las amistades internas y sacarse de encima estas grandes figuras. No le será fácil y tampoco inmediato, es comprensible. Y por eso es fácil entender que Xavi no volverá hasta que otros no hagan el trabajo sucio de sacarse de encima los que hace tres años eran sus compañeros de equipo.

Ya veréis que en este artículo mezclamos jugadores y técnicos, pero es normal. Al fin y al cabo, todos forman parte de una plantilla que sólo con pasarle la brocha no la arreglas. En otro capítulo también hablaremos de Koeman. Más allá de su continuidad en el banquillo, la seguirá teniendo en su cuenta corriente y el club deberá abonar el año que le queda. Pero bueno esto sólo es un matiz para poder recordar algunos aspectos que, demasiado a menudo, se nos pasan.

Vamos a por la otra puerta, la de cerrarla para que no se escape Leo Messi, el hombre solitario de los últimos tres desastres del equipo que ni imponiéndose a un físico más reducido que le dan sus 33 años, a un mes de cumplir 34, puede hacer milagros si tiene un desierto en su alrededor. Su hartazgo tiene un precio y es este el que más me preocupa: que venga el Kun Agüero. Puede aportarle felicidad a Messi y esto es básico. Él mismo confesó ir al psicólogo en el programa de Jordi Évole y le da mucha importancia a su estado mental para ser más o menos efectivo en el campo. Pero Laporta no puede ser el genio de la lámpara y concederle todo lo que pide. Os recuerdo que Pinto también se quedó defendiendo una segunda portería por orden de Messi y esto no benefició al club. Se le deben conceder caprichos, pero cuidado no acaben siendo demasiado caros. Aunque también debemos decir las cosas por su nombre: el parche de Agüero se podría haber evitado si no hubieran echado Luis Súarez