Toda la afición del Barça entiende que la máxima prioridad de Jan Laporta en su segunda etapa al frente del club es la de conseguir que Leo Messi continúe en el equipo, tal y como prometió en la campaña electoral. Y que la segunda es reforzar el equipo con un par o tres jugadores.
Desde que dejó tirado el equipo en Estados Unidos hace unos cuantos veranos, Neymar utiliza un altavoz enorme para deslizar su interés por regresar al Barça. No lo dice de forma abierta y rotunda pero son muchos los que interpretan que quiere volver y que, además –todavía algo más importante- Messi y algunos veteranos del vestuario avalan su vuelta. Lo más comprometido que ha dicho el brasileño es que le gustaría volver a jugar con el argentino, pero tal afirmación también puede interpretarse como que lo quiere en el PSG.
Pero Neymar es el crack al que debería apuntar la mira del presidente Laporta. Es el mejor futbolista que existe hoy en día después de Messi, y está por encima de Mbappé. Y por delante de Haaland o de cualquier otro. El brasileño, además, es una maravilla para el fútbol espectáculo.
Es verdad que una parte de la afición azulgrana rechaza un posible regreso de Neymar. Y que el fichaje del brasileño por el Barça llegó como maldecido. Muy pocos creyeron las cifras que Sandro Rosell ofreció sobre su fichaje, hasta el punto que un socio presentó una querella criminal contra el entonces presidente.
Más adelante el padre del jugador también llevó el club a juzgados para reclamar una cantidad de dinero que, a su juicio, le correspondía por haber renovado el contrato. Todas estas demandas juegan en contra de su vuelta. No obstante, Laporta debería recordar que su mejor fichaje durante su anterior etapa de presidente provino también de París, y también era brasileño. Entonces Ronaldinho hizo que el Camp Nou recuperara la sonrisa y los triunfos.