Hasta Josep María Minguella se ha sorprendido. Él, que las ha visto todas, y hasta las ha inventado en su época de representante de futbolistas, decía esta semana que le había divertido el tour por Barcelona y Madrid de Mino Raiola, manager del futbolista de moda, el inglés Erling Haaland, de 20 años y actualmente en las filas del Borussia Dortmund.
Raiola, que hoy en día es uno de los empresarios de moda, junto al portugués Jorge Mendes, se marcó un viaje relámpago por estas tierras, y vaya usted a saber por dónde más. Acompañado del padre de Haaland los dos tenían un único objetivo: vender al goleador. Hasta ahora se conocía la dinámica de contratación de un futbolista. El club interesado iba en su búsqueda. Ahora, no: “Ven tú y hablamos, que yo no tengo para pagar un viaje o me incomoda pasar otra PCR”, imagino que dirían los interlocutores. Son las necesidades del momento. Obligados por la pandemia y la crisis económica hay que tirar de antiguos métodos de venta. No importa si es el que utilizaban los mercaderes del Siglo XII. Qué más da si recuperamos estilos de la Edad Media. Entonces los primeros comerciantes cruzaban feudos, en los que en ocasiones tenían que pagar un peaje, para vender sus artículos de primera necesidad.
Raiola y el padre de Haaland han visto que los días pasan y a ellos solo los llaman los periodistas, y, en consecuencia, han actuado. Y se han paseado vendiendo su producto. ¿Quién da más por este joven goleador, rubio, alto y bonito? Es lo que venden. Pero solo salen en la prensa. No hay dinero, dice Pep Guardiola desde Manchester. Florentino Pérez no abre la boca porque lo único que le interesa ahora es la ampliación del Bernabéu. Muy pocos equipos necesitan un goleador, pero lo quieren a un precio módico, no al valor prohibitivo que impone Raiola, y que resultaría vergonzoso pagar en los tiempos que corren. Minguella asegura que, con la mini gira vendiendo su producto, Raiola ha revalorizado a Haaland. Amanecerá y veremos, como dijo el ciego.