Al club le convenía tener un presidente fuerte y respaldado por los socios y por el entorno. Los más de 30.000 votos recibidos otorgan una legitimidad aplastante a Joan Laporta, que es el mejor a la hora de transmitir un mensaje de optimismo y positivismo. Pero al mismo tiempo debe saber que este apoyo masivo supone una enorme responsabilidad para responder a esa gran expectación generada. Sus primeros gestos son muy positivos. La elección de Ferran Reverter, de 48 años, como CEO es un acierto absoluto ya que se trata de uno de los dirigentes más brillantes de nuestro país. Las referencias de Mateo Alemany también son inmejorables. Tiene experiencia en el difícil mundo del fútbol y ha demostrado su valía consiguiendo grandes resultados en Mallorca y Valencia, club al que metió en Champions y le ganó una copa del Rey al Barça. El proyecto puede salir bien si Laporta asume un papel más institucional y de representación, y delega la gestión en los mejores ejecutivos en cada área, como así parece.
El cambio de talante de Laporta también se percibe cuando dice que no quiere “hacer sangre” con los anteriores dirigentes y que no dirigirá el club con “el retrovisor puesto”. Es mejor construir puentes en lugar de pasar facturas pendientes. Parece que ha aprendido y no repetirá errores del pasado. En este sentido, debería pensar en lo que es mejor para el Barça, olvidándose de sectarismos, e incorporar los buenos activos de las otras dos candidaturas perdedoras. A pesar de que Lluís Carreras iba con Toni Freixa ha demostrado ser muy válido y aprovechable para estar en la estructura deportiva porque tiene muy claro el modelo y lo sabe transmitir. Laporta debería valorar también si puede aprovechar los acuerdos de 250 millones por el Barça Corporate o los 300 millones para el sponsor de la camiseta que Freixa consiguió y ha puesto a su disposición. También sería muy positivo contar con Antoni Bassas, el número dos de la candidatura de Víctor Font, que podría ser un gran portavoz del club. O incorporar al Doctor Cugat, porque, aunque iba en la candidatura que no ha ganado, sigue siendo una eminencia para aconsejar en temas médicos. Es la hora de que el presidente del Barça sea magnánimo y piense en lo mejor para el club sin marginar a nadie y dejando, de una vez por todas, la división absurda de los “ismos” que alguien ha fomentado entre el barcelonismo.