Las restricciones de movilidad decretadas por la Generalitat, que prohiben a los ciudadanos salir de su municipio por la mala situación de la pandemia, obliga a suspender las elecciones a las presidencia del Barça. No hay democracia plena si no está garantizado el derecho de sufragio activo de todos los socios. Es incomprensible la irresponsabilidad que está mostrando Joan Laporta exigiendo que se pongan las urnas aunque los votantes no pueda ni deban salir de su casa.
Lo ideal sería que el Barça tuviese un nuevo presidente lo antes posible pero lo único fundamental ahora es preservar la salud de todos los ciudadanos ante la tragedia sanitaria que estamos viviendo por esta maldita y mortífera pandemia. Esta nueva situación extraordinaria sin precedentes requiere mucha responsabilidad por parte del presidente de la Comisión gestora, Carles Tusquets, y de los tres candidatos proclamados oficialmente. Deben formar una junta de concentración provisional. Es el momento de que aparquen sus intereses partidistas y pensar en lo que es mejor para el club hasta que puedan celebrarse los comicios y hasta que pueda empezar la campaña electoral.
Lo más conveniente para el club es que no quede paralizado hasta ese momento sino cubrir este vacío de poder consensuado todas y cada una de las decisiones urgentes e inaplazables que necesite tomar el club para defender sus intereses. Legalmente no hay ninguna norma que otorgue autoridad a los tres candidatos pero el apoyo que han recibido de los socios para llegar a la gran final electoral les da cierta legitimidad para participar de la gestión de una comisión gestora provisional cuya única misión era pilotar una transición que ahora será más larga por culpa de una pandemia que nos obliga a ir dando golpes de timón para superar estas olas tan peligrosas.