Victoria con épica. De las que saben a gloria. Lástima que sea una Supercopa.
Una semifinal contra la Real Sociedad. Lo que en otros tiempos hubiese sido un mero trámite, requirió al Barça de Koeman de una prórroga y una tanda de penaltis. Hay que ser realistas, no está el horno para bollos, pero duele cuando la memoria te golpea y te dice: ¿Estás celebrando a gritos que has eliminado a la Real en unas semifinales de Supercopa de España? ¿En serio? ¿Estamos locos? Pues sí.
Lo que en otra época hubiese sido una especie de pasatiempo pasajero, un entretenimiento, con esa media sonrisa del que ya sabe como acaba la película porque la tiene muy vista (a su favor), esta vez era una incógnita. El típico quiero y no puedo. Somos mejores, al menos individualmente. Al menos, hombre por hombre deberíamos serlo. Aunque temblabas cuando mirabas al banquillo y solo tenías un delantero, Francisco Trincao, mientras que ellos sacaban a hombres como Willian José y Januzaj desde el banco. Ahí te dabas cuenta de que la cosa estaba fea.
No hay que quitar algo de razón a Koeman, que se quejó de las bajas en rueda de prensa. Ni Messi, ni Ansu Fati, ni Coutinho (casi que mejor, en realidad)... ni Piqué, que siempre aporta alguna solución ofensiva en situaciones de riesgo... Pero mejor quedarse con lo bueno, ¿no?.
Dembelé fue el mejor jugador de campo (obviamente, Ter Stegen en modo Dios MVP), el que más peligro generó y el que demostró compromiso cuando todos pensabámos que se volvía a borrar con una lesión. Aún tenemos miedo de que este jueves llegue un parte médico diciendo: no fue capaz de aguantar los 120 minutos. Pero lo cierto es que el muy inconsciente del francés lo hizo, aguantó, resistió un calambre y cuando Koeman lo iba a cambiar ¡¡por Junior Firpo!! el galo pegó un sprint para volver a entrar en el campo.
Otra gran noticia es el uruguayo Ronald Araujo, menuda bestia, qué salvaje. Cómo llega al corte, cuanto corre este portento físico. Tiene mucho rollo, presente y futuro como para jubilar a Piqué. Y también De Jong, que fue de más a menos. Marcó con un balonazo que le pegó Griezmann en la cara --porque vaya centro del francés, con esa potencia cualquier remata-- y estuvo en todos lados. En tantos, que no pudo evitar cometer un absurdo penalti, otro error individual, ni fallar una de las penas máximas de la tanda. Por suerte, no fue decisivo.
Ter Stegen y Riqui Puig, los héroes de la semifinal de Supercopa contra la Real Sociedad / FCB
Más decisivo pudo ser el punterazo de Griezmann, que la tiró a las nubes a lo Sergio Ramos en el penalti decisivo. Estuvo a punto de echar por tierra los paradones de Ter Stegen en la tanda. Y allí el destino se alió con el joven Riqui Puig. Como por arte de magia, el Harry Potter culé apareció para marcar el gol de la victoria sin miedo ni presión, con decisión y confianza de veterano. La que no tuvo el francés.
Tras casi tres horas, terminó una tortura de partido donde quizá se hablará poco de que el rival fue superior. Pero, lo que más preocupa ya no es el juego, sino que los jugadores aguantaron esos 120 minutos + penaltis y llegaron ahogados. En una temporada de urgencias, sin descanso, lo que nos faltaba es dejarnos el tipo en una Supercopa que, si todo va bien (o mal, según se mire), terminará el domingo con una final ante el Real Madrid. Y no cabe duda de que si los blancos llegan a la final, serán favoritos porque ellos tienen al ganafinales Zidane y nosotros a Koeman. Lo bueno es que si el rival va de blanco, jugará Messi. Ya no habrá molestias. Así que celebremos. Y recemos por que no se rompa nadie.