Una moción de censura en can Barça nunca ha prosperado. El reto era difícil: no hay partido, día de campo, para poder atraer a una gran masa social y no hay un candidato firme que pueda plantar cara al desastre de Bartomeu. Ojo con la afirmación: no hay alternativa, no que Bartomeu sea la más buena. Dicho esto, que ni con el peor Barça de la historia moderna, vacío en el campo, sin proyecto en la Masia y arruinado, haya sido suficiente para destronar la actual directiva algo quiere decir.
Empezando porque los futuros presidentes azulgranas se han convertido en una especie de personajes del TBO, hoollygans, que aparentan tener grandes negocios y están arruinados y sólo quieren chupar del bote. El ejemplo más claro lo encontramos con Jordi Farré que pretendía recabar datos de forma fraudulenta engañando al personal y pidiendo hasta el número de pie del socio culé. Por si no tuviera suficiente con tal desfachatez, tiene la osadía de de decir que abre un proceso digital para firmar por la moción de censura. Otra mentira. Y en este contexto de mentiras donde he puesto de ejemplo al mayor friki del condado pero le siguen unos cuantos más, Joan Laporta decidió firmar la moción. Y se equivocó.
El único rival, ahora mismo, que el culé puede ver como una alternativa en la que confiar es Laporta pero si se une al lado de esta banda, no tiene nada que hacer. Jan sabe que si quiere ganar, tiene que ir a la Liga profesional y no con los equipos de "costellada". Otro error de cálculo. Y otra baza que gana Bartomeu desde el sofá. Como tapar el fracaso durante más de media temporada gracias a una pandemia mundial. La suerte la tiene de cara. Pero los resultados no. De aquí a marzo, esta NO moción puede ser la caña que aproveche el futuro ganador.