Ni Depay ni Wijnaldum. Al menos, de momento. El Barça tiene muchas dudas sobre las prioridades de Ronald Koeman. El plan renove de Bartomeu todavía está en una fase muy incipiente. En pañales. Hay miedo a equivocarse y, sobre todo, muchas limitaciones económicas, agravadas por las dificultades para soltar lastre. Ni Arturo Vidal, ni Suárez ni Umtiti, futbolistas con sueldos muy elevados, se han desvinculado de un Barça preso de una masa salarial excesiva.
Depay es un buen delantero. Sin más. Ni tan siquiera es un goleador. Y su contratación podría frenar la progresión de Ansu Fati. No es un atacante de referencia que fija a los centrales del equipo rival. Tampoco lo es Lautaro, mucho más joven, talentoso y, por supuesto, mucho más caro. Solo si el Olympique de Lyon aceptara un traspaso barato que incluyera a Umtiti como moneda de cambio podría volcarse el Barça en la contratación del futbolista holandés.
Ansu Fati celebrando un gol /FCB
También es holandés Wijnaldum, un futbolista del agrado de Koeman por su capacidad de sacrificio, por su presión alta, por su contundencia y buen remate. Podría ser un buen mediapunta, pero en su demarcación ya están Messi, Griezmann, Coutinho, Riki Puig e, incluso, Aleñá. Es decir, jugadores con mucha más clase.
La secretaría técnica del Barça prefiere a Thiago, un futbolista formado en las categorías inferiores del club. El Thiago actual es muy distinto al Thiago que se fue del Camp Nou en 2013. Hoy es un jugador mucho más disciplinado, más físico, más solvente. De calidad siempre ha ido sobrado y es más polivalente que Vijnaldum. De ahí las dudas. Pero el Bayern pide 30 millones, unos 10 más que el Liverpool por su futbolista.
El Barça, a dos semanas para su debut en la Liga, todavía está en fase de construcción. Todo avanza muy despacio, con la sensación de que habrá jaleo muy pronto. Posiblemente con Luis Suárez, a quien ahora parece que no le seduce la Juventus y prefiere al Atlético. También quiere dinero para desvincularse del club.
Luis Suárez entrenando con el Barça / FC Barcelona
Koeman, a la espera de algún regalito, ha cambiado algunas cosas en el campo. El equipo, dicen, se entrena con más intensidad. Trabaja más. Será más físico. Tal vez será un Barça menos exquisito pero más contundente. Y, una vez más, entregado a Messi, a quien Koeman deberá motivar para que se aplique en labores poco agradables. ¿Lo conseguirá? Cuesta visualizarlo. También cuesta encajarle en el 4-2-3-1 si quiere que los medios presionen la salida del balón del rival. Y el crack argentino ya no está para jugar de delantero centro. Su mejor ubicación es como segundo delantero. Igual que Griezmann, la eterna víctima de la jerarquía del astro argentino.