Ha nacido una estrella. Ansu Fati hizo buenos los pronósticos por los cuales el Barcelona, esta vez sí, supo atarlo como hace falta el pasado mes de diciembre. Contra la selección de Ucrania debutó como titular con tal sólo 17 años. Y más allá de los récords, consiguió provocar un penalti y marcar un exquisito golazo. Tan sólo tenía un "pero" hasta ahora: su representante era Rodrigo Messi. Viendo cómo han llevado a su hermano en casa y los precedentes, es bueno que Ansu haya sabido librarse de ellos.
Una vez más, la suerte al presidente Josep Maria Bartomeu le vuelve a dar la cara cuando más lo necesita. Nadie se podía imaginar que cuando más cuestionada está la Masia, un joven de Guinea Bissau y que pocos habían visto jugar hasta entonces, diera la campanada.
De momento, con el cambio de representante y los precedentes, la cosa va por buen camino. A los 13 años, la joven promesa guineana prefirió jugar con el Barça antes que el Madrid porque no había una Masia como la azulgrana. Entonces acertó y parece que sigue haciéndolo. Messi lo ha apadrinado. Y sí, ha nacido una estrella pero quizás también un nuevo Messi, aunque esto del adjetivo "nuevo" a menudo lo deteste escuchar...
Hay un único factor a recordar. El "por si a caso no se nos tuerza la historia". Ver el precedente de Munir y que Ansu piense, "yo no acabaré como él". Al principio, el jugador marroquí ex del Barça parecía que era la gran figura, incluso Vicente del Bosque lo llamó para un partido de clasificación de la Eurocopoa 2016 contra Macedonia. Por poco más de 13 minutos se quedó sin jugar nunca más con Marruecos, donde hubiera tenido más chance. Y aquí acabó su carrera trepidante. La llama se apagó, las influencias le hicieron daño y ha pasado con más pena que gloria por los equipos de la Liga donde ha jugado. Ansu, por aquí no.