Todos tenemos prisas en esta vida a la que nos ha arrastrado la pandemia, y lo que más deseamos es que los laboratorios descubran la vacuna que acaba o controle el maldito virus. Pero en el entorno del Barça la impaciencia supera lo puramente científico. Aquí la exigencia es extraordinaria. Fíjense ustedes: Hay aspirantes a suceder el club “moribundo” que dejará Josep María Bartomeu que reclaman elecciones mañana cuando están previstas para dentro de seis meses. Para ellos marzo está muy lejos, pasarían de la Asamblea, y hasta probablemente le dirían a la actual junta directiva “no hace falta que cuadres los números, no vamos a ‘eixecar les catifes’”. El poder es así. Magnetiza.
También existe prensa tóxica que anda desesperada porque solo se ha producido una baja (Ivan Rakitic) desde el lamentable 2-8, como si despedir a un crack de fútbol fuera tan fácil como despedir a veinte periodistas de la redacción de un periódico.
Y hay simpatizantes y admiradores de Carles Puyol, como yo, que estamos esperando, que ahora que Messi ha decidido quedarse en el Barça, envié otro tweet como el que publicó el 25 de agosto de respeto y admiración, y de apoyo al amigo Messi por la decisión que había tomado de marcharse del club.
Y también hay los que interpretan que Messi se queda a disgusto, cuando ha declarado y está grabado que lo va a dar todo. Yo le creo. Yo no veo a un Messi boicoteando a sus compañeros, y más ahora que no tendrá a Luis Suárez a su lado, una de las mejores decisiones que ha tomado Koeman, al más puro estilo Pep Guardiola cuando se desprendió de Ronaldinho y Deco, que podían haber llevado al joven Messi por otros derroteros de la vida. En cuanto vea como trabaja Koeman, Messi volverá a disfrutar en el campo.
Pero, pese a todo el mal rollo que hay en este país, hay que ser optimista porque la vacuna anti-Barça ha sido descubierta. Lleva el nombre de Ansu Fati. Desde que Andrés Iniesta marcó el gol que le dio el Mundial de Sudáfrica a España no se había visto tanto elogio a un jugador del Barça en los medios de comunicación españoles como los que ha recibido el joven Ansu Fati. El canterano, que subió al primer equipo Ernesto Valverde –no lo olviden- es la nueva joya del Barça. O como se dice ahora. Es el proyecto ganador. Hace malabares con el balón, y como apunta mi amiga Maribel Tejada, también hace agujeros en la defensa.