Pau Donés dejó una canción extraordinaria que siempre la tendremos presente los que observamos esta vida desde el positivismo. A él, en esa joya grabada con Jarabe de Palo, todo le parecía bonito, incluso su vida, la nuestra, que parece un chiste con triste final, cantaba. Y aunque pensara que el futuro no existía él seguía cantando “bonita la gente cuando hay calidad, bonita la gente que no se arrepiente, que gana y que pierde. Qué bonito que te va cuando te va bonito”.
Las palabras de Gerard Piqué tras recibir la soberana paliza del Bayern me recordaron la canción del fallecido Donés. Piqué se lo ha pasado bonito en el Barça, ha disfrutado como no lo hubiera hecho en ningún otro club, se ha reído de los adversarios para gozo de la afición del Barça en esos bonitos momentos. Piqué ha confesado en un documental haber desobedecido órdenes del entrenador, ha colaborado con el club para encontrar un patrocinio importante y hasta ha insultado a un periodista. Pero dónde Piqué merece que se le juzgue es desde su profesión, y ahí, hay que reconocer que Piqué ha sido uno de los grandes centrales que ha conocido el Barça y el fútbol en general. Un excelente defensa.
Hace un tiempo escribí que Piqué era un triunfador de la vida, y esta condición lo hace sentir tan ganador que cree tener la facultad para hablar como si fuera el propio presidente del club. Piqué no salió a pedir perdón a los aficionados por el ridículo que había hecho el equipo, como hizo Josep María Bartomeu. No. Salió a ofrecer su cabeza, a reconocer que habían tocado fondo, que había sido una derrota vergonzosa, a decir que nadie es imprescindible y a pedir cambios estructurales en el club porque ya no hay que “enmascarar” más una situación que al equipo le impide competir al nivel más alto.
La libertad de expresión de que goza el vestuario del Barça y que permite a Piqué levantarse como voz autorizada hasta el punto de pedir cambios en el club demuestra cierto abuso del poder de los futbolistas, que bordea hasta cierto irrespeto a la institución. Y cualquiera pudiera preguntarse: “¿Quién es Piqué para pedir cambios estructurales en el club?”.
A mí en realidad me habría gustado que a ese discurso, Piqué hubiera añadido una crítica más profunda a la actuación del equipo. El mensaje habría sido más convincente: “Hoy el Bayern nos ha barrido, Ter Stegen no sacaba bien, la banda de Semedo y Sergi Roberto ha sido un coladero, De Jong ha demostrado estar muy joven, Vidal perdió la fuerza en la rueda de prensa, Alba no es el que era, Sergio tampoco ha estado fino, hemos aceptado un duelo de toma y daca en un terreno en el que ellos son más fuertes. Lewandowski me ha superado. Hoy, de verdad, hemos sido una marioneta del Bayern”. Y “lo siento por la afición, pero qué bonito fue todo mientras duró”.