La crisis del coronavirus ha agravado, todavía más, el exceso de jugadores del Barcelona y hace falta sacarse unas cuantas remesas. De entrada, deben mirar en el primer equipo porque las nóminas son exageradas y las cuentas no cuadran. Deben hacerlo de forma inmediata antes de acabar la temporada si no quieren acabar con un problema. Otro. Una buena manera de hacer esta selección, sería mirar el estado físico con el que acaban esta pandemia los jugadores. El club ha dado instrucciones para mantenerse, incluso una dieta estricta adaptada a esta nueva vida. Me consta que muchos han dejado que el gimnasio de sus casas degenere en un sitio lleno de telarañas y son pocos los que han cogido el compromiso de ser autodidactas y mantener un ritmo.
Por cierto, en este excepcionalidad y profesionalidad debe admitirse que está Arthur. Una cosa buena que tiene el confinamiento es que ha hecho recapacitar a algunos que estaban en el mal camino y el brasileño es uno de ellos. También ha cambiado su gestión comunicativa y se rodea de profesionales que lo han centrado y le han hecho ver que se equivocaba. Esto lo sabe la directiva y seguro que será clave para tenerlo en cuenta. Pero una mayoría lleva una desidia que con estas nóminas no se puede permitir.
Por otro lado están los cedidos. El Barça es como una gran familia que tiene a sus hijos de Erasmus permanente, el papá de turno les está pagando la formación y esto es insostenible. El ejemplo mayor del reino es Coutinho, el fracaso más grande de la historia del club pero la lista es larga: Aleñá, Emerson, Cucurella, Rafinha, Todibo, Wagué, Miranda y Busquets. Y todavía se debe contar Arda Turán hasta el 30 de junio. Esto es insostenible y encontrar mercados que paguen algo por ello será una tarea muy difícil, pero el globo que ya se arrastraba era tan grande que ahora, con una crisis económica mundial, puede petar en cualquier momento.