Cambiado Ernesto Valverde y posicionado Quique Setién en el banquillo del Barça los culemaníacos están obligados a agarrarse a la esperanza, abrazar la confianza, bailar canciones lentas con la ilusión, y besar diariamente a la imagen divina del 10. Y la esperanza puede que tenga el nombre de Riqui Puig, que en veinte minutos que jugó ante el Granada, en su debut en el Camp Nou en un partido oficial con el primer equipo, no sólo rebajó sustancialmente la media de edad del equipo, sino que puso un punto de velocidad más al mejorado juego del equipo.
La confianza es la que pareció recuperar Sergio Busquets practicando ese fútbol delicioso que se hace sin pensar, acariciando el balón a un toque para darle más celeridad y soltura al juego y desconcertar al rival. La ilusión sin duda lleva el nombre y el apellido del nuevo técnico, consciente que a estos jugadores solo les hace falta rescatar esa seguridad que tienen los auténticos campeones para creer en sus convicciones. Y desde luego que hay que rezar y besar la imagen de Messi cada día, porque él siempre está en la foto, ya sea con veteranos o con los más jóvenes.
Pero los culemaníacos tienen que ser conscientes que esto es fútbol y que así como lo más importante es el resultado, lo segundo es saber que cuando la pelota no quiere entrar, el guardameta rival encoge su portería, tiene las manos más largas, el cuerpo más ancho y los postes existen. Con una posesión récord, el Barça solo pudo ganar 1-0, y cuando el Granada se quedó con 10. Eso es el fútbol.
Setién le dará toda la confianza a Riqui Puig porque necesita peloteros y jugadores con talento, pero no puede quitársela a Arturo Vidal como desearían muchos porque el equipo necesita guerreros como el chileno. Hoy más que nunca no solo son necesarios todos los jugadores sino también la confianza y el apoyo de la afición.