El Barça sigue esperando a Messi. Del astro argentino se sabe que se lesionó en el sóleo de la pierna derecha el pasado 5 de agosto, pero su recuperación es tan enigmática como frustrante para el barcelonismo, desorientado por el decepcionante inicio de curso y, sobre todo, tocado desde la nefasta noche de Liverpool.
Futbolista de pocas palabras fuera del campo, Messi se confiesa ahora en una entrevista concedida al diario Sport. En la misma niega que exigiera el fichaje de Neymar, pero expresa sus dudas sobre la gestión de los ejecutivos del club. Y antepone un proyecto deportivo ilusionante al dinero para seguir en el Barça a partir del 20 de junio de 2020, fecha en la que puede rescindir unilateralmente un contrato firmado hasta 2021.
Messi asegura que no manda en el Barça, pero Bartomeu y los técnicos saben que nada es más peligroso que un mosqueo del delantero internacional. En la historia del fútbol, las grandes estrellas siempre han sido caprichosas y han tenido mucho poder porque ellos son los auténticos artistas de este deporte/negocio. Nada que objetar.
El regreso de Neymar, como asume el mismo Messi, tenía muchos detractores en el Barça y en su masa social. Era una operación de alto riesgo. En el pasado, y es sobradamente conocido, Pinto prolongó su etapa en el Camp Nou por los designios del argentino, defensor también de Coutinho y Luis Suárez, dos futbolistas que la pasada temporada estuvieron bajo sospecha por un rendimiento muy inferior al coste de sus fichas.
Messi tiene razón cuando sostiene que el Barça necesita continuidad en la parcela deportiva (pide un director técnico carismático y cita a Puyol), pero su afinidad con Valverde tal vez explica que Bartomeu frenara una destitución del técnico extremeño que hubiera sido bien vista en la junta directiva y en amplios sectores del barcelonismo.
El regreso de Messi, sin duda, será la mejor noticia para Valverde. Da la sensación de que el delantero está haciendo ahora la pretemporada y falta por ver si mantendrá el mismo nivel de los últimos años o iniciará un declive que tarde o temprano llegará. Ya tiene 32 años. Una genialidad suya tapa todavía muchas miserias, pero el Barça debería rebajar su messidependencia. Hoy nadie puede garantizar que Messi siga en el Camp Nou dentro de un año. Después de una década y media a pleno rendimiento en un club tan volcánico, es normal que Leo tenga dudas. Muy feliz, la verdad, no parece estar.