Malcom Filipe Silva de Oliveira llegó sin saber muy bien cuál sería su papel en el Barça y, un año después, se va sin haberse enterado de qué va la fiesta. Si sorprendente fue su contratación, más inaudita ha sido la gestión de su fichaje. Hace un año, el club que preside Josep Maria Bartomeu pagó 41 millones al Girondins y ahora lo vende por 40 millones más 5 en variables al Zenit. Futbolísticamente, su aportación ha sido escasa. Un gol al Real Madrid en la Copa del Rey, más voluntad que acierto y poco, muy pocos minutos de calidad. Así ha sido la historia de Malcom en el Camp Nou.

Tras la negativa de Griezmann al Barça, hace un año, el club activó toda su maquinaria y presumió de haberle birlado un futbolista a Monchi, por entonces director deportivo de la Roma y figura muy respetada en el Camp Nou. El entusiasmo de la dirección deportiva contrastó con las dudas de la directiva y de la afición. Valverde, por su parte, se mostró muy escéptico desde el primer día.

Valverde había pedido el fichaje de Willian, del Chelsea, para la banda derecha. Quería a un futbolista de calidad contrastada. Nunca creyó en Malcom. Apenas alzó la voz para mostrar su disconformidad, pero tampoco dio carrete al jugador brasileño, más fiable en el contraataque que en el juego posicional.

Guste o no, Valverde fue consecuente con sus principios. No engañó a nadie. Cierto que le podía haber dado alguna oportunidad más, pero el técnico del Barça es muy transparente. Tanto que la salida de Malcom estaba cantada y la gran obsesión pasaba por recuperar la inversión. Si se confirman las cifras del acuerdo, misión cumplida.

Con Dembélé, Coutinho, Messi, Suárez y Griezmann en la plantilla, Malcom no pintaba nada en el Barça. Y mucho menos si finalmente regresa Neymar. Su caso, sin embargo, evidencia que el club no puede invertir 40 millones por un futbolista de momentos puntuales. En las categorías inferiores, ese papel lo pueden desempeñar, perfectamente, Abel Ruiz y/o Carles Pérez, futbolistas del Barça B con un prometedor futuro.

El Barça debe tener muy claras sus prioridades. Neto, De Jong y Griezmann, las tres incorporaciones ya cerradas, son futbolistas que elevarán el nivel de la plantilla, pero no lo tendrá fácil Valverde para encajar todas las piezas. En ataque sobra calidad, pero la gestión de tantos egos será el gran reto del técnico del Barça. El otro, rescatar el equilibrio de la primera temporada. En situaciones de precariedad (lesión de Dembélé en su primer curso), Valverde estuvo más lúcido que en la abundancia, tal vez porque su modelo predilecto no es el mismo que el de los puristas del estilo azulgrana.