¡Qué bonito! ¡Qué gran detalle de Aleñá! Casi todos aplaudimos al ver a Carlos Aleñá posando con Frenkie de Jong en una foto en la que el canterano cedía a la flamante estrella holandesa la camiseta con el dorsal número 21. Por las caras sonrientes parecía que Aleñá estaba orgulloso del gesto que acababa de tener con su nuevo compañero. Pero unos días más tarde, vea usted por dónde, le pusieron un micrófono a Aleñá y el hombre dijo “lengua para que te tengo”, y rajó tanto que uno acabó pensando que aquella fotografía se la había inventado el buenazo de Miguel Ruiz, fotógrafo del FC Barcelona.
Entre otras cosas dijo que la directiva había pactado con De Jong darle el número 21, y que a él nadie le había advertido del intercambio. Y enseguida salieron los “tirapiedra” de siempre para decir que a los de casa no se les cuida, que los valores y que… la misma canción de los últimos años.
Siempre había pensado que el tema de los dorsales de las camisetas obedecía más a un capricho del futbolista que a otra cosa. Y que en cuestión de pretensiones personales la directiva no tenía nada que ver. Y si hay un futbolista que puede exigir un número ese tiene que ser el mejor del equipo.
Una foto de Frenkie De Jong y Carles Aleñá con sus nuevos dorsales / FCB
Recuerdo cuando Ronaldinho llegó al Barça le dieron el 10, Deco llevaba el 20 y Messi el 30. También recuerdo que cuando fichó por el Milán en el 2008, el brasileño no tuvo problemas en ponerse la camiseta con el número 80; el 10 entonces lo tenía Clarence Seedorf. Pero tampoco creo que Zlatan Ibrahimovic, un trotamundos del fútbol, haya ido por todos esos vestuarios reclamando el derecho a llevar siempre el 9, un hombre que en la Juve llevó el 49, y en una temporada en el PSG se puso el 18.
Y para prueba de que el tema del dorsal explotado por Aleñá es una solemne niñería, recuerden que Iván Zamorano cuando fichó por el Inter pidió una camiseta con el 1+8 porque él siempre había sido un 9. O el propio Ronaldo, que llegó a colocarse el 99 porque más 9 que él no había nadie o porque, como se rumoreó entonces, era porque había engordado mucho. Pero para frivolidad lo de Argentina en un Mundial que designó los números por orden alfabético y así Oswaldo Ardiles llevó el 1. Solo respetaron el 10. Era del mejor: Diego Armando Maradona.
Aleñá ha pecado de infantilismo. Si él quería llevar el 21 tenía que haber hablado con quien correspondía. Descubrió un secreto de vestuario, y le quedó lejos aquella frase que iba a misa, y que imponía Migueli o Puyol: “Lo que hablamos en el vestuario se queda dentro”. Había quedado tan bien su gesto con De Jong, que no valoró la interpretación que se le dio. Prefirió deslucir la foto.