Una semana después de la sonada dimisión de Jordi Mestre como vicepresidente deportivo del FC Barcelona, las aguas parecen haber vuelto a su cauce. Al menos, en parte.
El presidente Bartomeu tomó el mando de la situación con una rueda de prensa realizada el pasado viernes previa a la presentación de Frenkie de Jong donde desdramatizó –recordemos que este es uno de los verbos favoritos de Ernesto Valverde– la historia. Y también se mordió la lengua.
Desde la junta directiva, sin embargo, son mucho más duros con Mestre. Los hay que califican su decisión de “inesperada” e “incomprensible” porque lo que se habló no fue ni una discusión, tan solo “algunas discrepancias”, cosa que consideran “habitual y normal”.
Pero los hay más duros con el nuevo presidente del Gremi d'Hotelers de Catalunya. Hasta el punto de afirmar que “tuvo una pataleta de niño” y que fue “muy egoísta” por su parte.
Hay quien considera que Mestre traicionó a su amigo Bartomeu, poniéndolo en la diana dos días antes de la presentación de De Jong y avivando las habladurías de una “crisis inexistente”.
Con la salida de Mestre, Bartomeu también zanjó el debate sobre su sucesor en el cargo, asumiendo él mismo las labores de vicepresidente deportivo que desempeñó en el pasado con Sandro Rosell en la presidencia.
Precisamente, el del expresidente fue de los nombres que se colaron en las quinielas junto a Javier Bordas y Xavier Vilajoana para acceder a la vicepresidencia deportiva. Sin embargo, informan a este medio que Rosell no está en estos momentos ni mucho menos por la labor.
Cambiado, mucho más calmado que antes de pasar por prisión, Sandro parece tener otras prioridades por ahora en su vida.
Si bien hay quien cree que se podría presentar a las elecciones a la presidencia en 2021 para seguir cumpliendo un sueño que se le quedó a medias, ni por asomo asumiría en estos momentos la dirección deportiva del Barça. En dos años ya se verá. Todo puede pasar.