Parecía el día del apocalipsis. Una catástrofe inaudita. Neymar da Silva Santos Junior decidía dejar el FC Barcelona el 3 de agosto 2017, haciendo añicos las palabras de Jordi Mestre --"Neymar se queda al 200 por ciento"-- y cuestionando la autoridad de su compañero Gerard Piqué, quien entonó aquel desafortunado "se queda" en las redes sociales.
Casi dos años después, parece que alguien se haya empeñado en seguir la letra de Dolores se llamaba Lola, el himno rockero de la banda Los Suaves que estalló en los 80: "Las vueltas que da la vida, el destino se burla de ti, donde vas bala perdida, donde vas triste de ti". Sin duda, el tiempo ha demostrado que Neymar siempre fue un bala perdida y el destino, del que tantos sueños --y Balones de Oro-- esperaba se ha burlado de él. No hace falta ni recordar las desdichas que le han sucedido y le siguen sucediendo desde entonces porque ya todos las sabemos de sobra.
Parecía una pérdida irreparable hace dos años. Especialmente tras aquel paupérrimo estreno de Valverde en el banquillo azulgrana con la desastrosa Supercopa de España frente al Real Madrid. Nada más lejos de la realidad. Hoy, podemos decir alto y claro que la marcha de Neymar al PSG fue con diferencia el mayor negocio en la historia del Barça. Por eso es inviable su vuelta.
Costó oficialmente 57,1 millones de euros que, extraoficialmente, en realidad ascendían a 86,2 millones (sumando prima de fichaje, comisión del agente, derechos preferenciales por jugadores del Santos y acuerdos de colaboración en scouting, captación de sponsors y fines sociales). Todo esto, obviamente, sin contar el salario, que siempre está al margen del traspaso.
Posteriormente la estancia de Neymar se encareció un poco más debido a los problemas con la justicia. El Barça depositó 13,5 millones de euros en Hacienda y pagó una multa de otros 5,5 millones que liberó de cargos a Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu. En total, el paso por tribunales le costó al club 19 millones de euros, sin contar las minutas de los abogados.
Aunque se han publicado auténticas barbaridades como que Neymar le costó 200 millones al Barça, sí que es cierto que se pagó mucho más de lo que se dijo inicialmente. Si a ello se suman los costes de haber realizado una operación que fue considerada delictiva por la Audiencia Nacional en cuanto que quedó probado un fraude fiscal en varios años, el resultante de la inversión en su fichaje podría entenderse que fue de 105,2 millones de euros (siempre sin contar emolumentos salariales ni la posterior prima de renovación, que también es objeto de juicio todavía).
Pues bien, pese a todos los disgutos que nos dio y todo el dinero que costó (esos 105 kilos + sueldo), Neymar sigue siendo el mejor negocio de la historia del club. No solo por los 10 títulos que ganó en cuatro años de blaugrana (entre ellos, dos Ligas y una Champions que coincidió con el segundo triplete), sino por el increíble margen de beneficio económico que repercutió a las arcas de la entidad.
En 2017, el PSG rompió el mercado al pagar los 223 millones de su cláusula de rescisión (salario, también al margen). Ello, pese a los elevados gastos antes citados, sigue dejando un superávit de 117,8 millones de euros (que desgraciadamente no se invirtió demasiado bien en los fichajes de Coutinho y Dembelé).
Por todo ello hay que decirlo alto y claro: gracias Neymar. Gracias por todo. Pero no vuelvas por aquí. Ya no te queremos. El club supo sacar lo mejor de ti y tuvimos la fortuna de que te marchaste en el momento idóneo, dejándonos las arcas llenas para entrar en una espiral destructiva que no sabemos si tendrá reparo o no. Ojalá que sí, pero no seremos nosotros los testigos que lo comprobemos de primera mano. Queremos que sigas siendo nuestro mejor negocio y que, por una vez, el efecto Maradona o Ronaldinho de turno lo sufran otros.