Lo veníamos avisando
El Barça se queda sin excusas para explicar una derrota sonrojante
7 mayo, 2019 23:25Noche agónica en Liverpool.
El FC Barcelona cayó de forma estrepitosa (4-0), una vez más, dejándose remontar un resultado muy favorable (3-0) ante un rival que no era mejor, pero que demostró más ganas. Más ambición. Más ilusión.
Los pupilos de un Ernesto Valverde impotente sucumbieron al empuje del conjunto inglés. A la fuerza de Anfield, que nunca dejó caminar solo a su Liverpool y lo llevó en volandas pese a la ausencia de Mohamed Salah, Firmino y Keita.
Los reds demostraron una vez más que los equipos están por encima de las individualidades. Y aunque el talento de Messi es insuperable en el uno por uno, no siempre puede aparecer para resolver los partidos. Un solo guerrero, por fuerte que sea, no puede derrumbar a un ejército.
Messi simbolizó esa soledad con muchas cabalgadas individuales que no tuvieron buen final. Lo intentó, pero le faltó esa chispa de garra, de mala leche necesaria para imponerse en los escenarios más hostiles.
Por desgracia, apareció una versión del Barça que empieza a ser recurrente en Europa. Aquel Barça que se dejó torear en París (4-0), aunque luego remontó, para dejarse torear nuevamente en Turín (3-0). Los mismos que fueron bailados por la Roma en el Olímpico (3-0) hace poco más de un año.
Los azulgranas se deshicieron como un azucarillo en café durante el segundo tiempo, después de haber aguantado el tipo en una primera mitad sumamente intensa pero que no hacía presagiar semejante catástrofe.
Jordi Alba cuajó su peor partido de blaugrana en muchos años. Philippe Coutinho estuvo horrible, perdiendo todos los duelos individuales. Busquets y Rakitic cometieron errores impropios de ellos. Lenglet perdió la concentración y se esfumó del partido. Ter Stegen se mostraba inseguro con los pies. Y Luis Suárez estaba más pendiente de pelearse con los defensas que de jugar a fútbol.
El único jugador que dio la talla fue Arturo Vidal, la gran apuesta del técnico en el once para esta eliminatoria y, curiosamente, el que más contrasta con el estilo del Barça.
Y lo peor de todo es que lo veníamos avisando. Eran muchos partidos sin carburar como es debido, ganando más por pegada que por juego, renunciando a señas habituales del equipo como la posesión y viviendo casi en exclusiva de las genialidades de Messi y las paradas maravillosas de Ter Stegen.
En Anfield, tal vez por la presión, tal vez por el miedo escénico, no aparecieron las genialidades de Messi ni las paradas de Ter Stegen. El Barça volvió a jugar mal, pero esta vez perdió. Y no hay excusas.