Samuel Umtiti ha pasado de ser un futbolista intocable a un jugador bajo sospecha. Su partido en Villarreal fue horroroso, impropio de un defensa del Barça. Ni tan siquiera el hecho de que jugara en el perfil derecho exime de culpa al central francés, teóricamente recuperado de sus problemas de rodilla pero en un estado de forma nada satisfactorio.
Umtiti ya no es el futbolista que se anticipaba a sus rivales. Mucho más lento que antes de su lesión, el francés palideció ante los delanteros rivales. Incómodo con Lenglet como compañero, contagió su sufrimiento a la retaguardia barcelonista y difícilmente tendrá continuidad en el equipo titular. En las citas más exigentes, Valverde apostará por Piqué y Lenglet. Hoy por hoy no hay debate posible.
Basta visualizar un vídeo de hace un año para comprobar la transformación de Umtiti. Su físico ya le delata. El defensa francés está gordo. Ha ganado peso y ha perdido elasticidad, y suerte tiene de que Valverde es un tipo muy comedido. La mejor salida es su venta en verano, pero que en el Barça se olviden de un pelotazo. Hace tres años costó 25 millones y a finales de la pasada temporada se hubieran podido ingresar hasta 70 millones por su traspaso. Hoy, vale menos. Mucho menos.
El Barça, por mucho que diga que Umtiti no está en venta, sabe que tiene un problema con el futbolista. Como diría Guardiola, ya no hay feeling entre el club y el defensa, tras negarse éste a ser operado de sus problemas de cartílago. El problema ha quedado atenuado por las buenas actuaciones de Lenglet y por los deseos de fichar a De Ligt.
El Barça, con Umtiti como actor secundario, tiene la gran oportunidad de sentenciar la Liga este fin de semana. Si gana, el Atlético quedará a 11 puntos, autodescartado el Real Madrid tras su última derrota en Valencia. Incluso el empate es un buen resultado para los barcelonistas. Una derrota, en cambio, abriría un nuevo escenario, mucho más incierto, no tanto por la distancia (cinco puntos) sino por la sensación de que los barcelonistas, físicamente, van al límite, aunque uno ya no sabe si los futbolistas se dosifican para las grandes citas o están más exprimidos que un limón.
En dos meses, el Barça se juega la nota final de un curso sin grandes sobresaltos, con mejores resultados que fútbol. A partir de junio llegará la hora de tomar decisiones y prescindir de algunas piezas muy valiosas para sufragar algunos fichajes muy costosos. Con Rakitic puede haber dudas, igual que con Cillessen o Malcom. Con Coutinho y Umtiti, en cambio, el Barça debe ser valiente. No progresan adecuadamente. Ganan mucho y rinden poco. Ya no son garantía de nada.