Semana grande para los culés. Doble triunfo contra el Real Madrid, ¡y en el Bernabéu! Dos victorias que, además, sirven para encarrilar la Copa del Rey y la Liga —de allanar el camino en Champions ya se encargó el Ajax—, y que desnivelan la balanza de los clásicos a favor del Barça. El equipo azulgrana ya ha ganado más veces (96) que perdido (95) contra el que viste de blanco. Sin embargo, tan importante es saber ganar como saber perder.
Estos días circulan por la red las imágenes de unos aficionados merengues que insultaron y amedrentaron a unos hinchas blaugranas en los vomitorios del mismo Bernabéu. La frustración en el madridismo es evidente. Pero la rivalidad viene de lejos. Comenzó, en concreto, en el Campeonato de España hace más de un siglo. Barcelona y Madrid jugaban entonces en ligas diferentes, y solo se veían las caras en encuentros amistosos o en ese torneo, aunque para ello debían ganar sus respectivos campeonatos regionales.
Eso ocurrió en la temporada 1915-16. El Barcelona se clasificó para el Campeonato de España (la actual Copa del Rey) tras ganar el Campeonato de Cataluña sin perder un solo partido (nadie lo había logrado antes), con 62 goles a favor (25 de ellos anotados por Paulino Alcántara) y solo 11 encajados. El primer asalto de las semifinales del torneo se jugó en el terreno del Espanyol. Allí esperaba el Madrid, ganador del Campeonato Regional Centro, que hincó la rodilla ante el acierto de Alcántara y Martínez (2-1).
En el partido de vuelta, disputado en Madrid, el equipo local se impuso por 4 a 1, según conocieron los aficionados culés que, reunidos en el campo del Barcelona, iban recibiendo telegramas con las novedades del encuentro. De este modo, se fijó un duelo de desempate, que terminó 6 a 6, por lo que hubo que jugar otro. Ganó el Madrid por 4 a 2, con dos goles en la prórroga muy protestados por el Barcelona, que se retiró del terreno de juego antes de tiempo por las decisiones arbitrales. En Madrid destacaron la falta de deportividad del Barcelona; en Barcelona hablaban de ayudas arbitrales al Madrid. Por cierto, el Athletic ganó esa edición tras golear a los blancos por 4 a 0 en Cataluña.
Tras esa tensa eliminatoria, los dos equipos se midieron en los años siguientes en partidos amistosos. Pero el Barcelona volvió a clasificarse para el Campeonato de España. Corría el 1919 y jugó las semifinales en Madrid contra el Sevilla. “Gran parte del público madrileño se mostró francamente hostil a nuestros jugadores”, rezan las crónicas, tal vez en recuerdo de lo sucedido años atrás. Los redactores madrileños afirmaron que “[el Barcelona] podía llegar a campeón, pero que no tenía talla para serlo”. El Arenas vasco levantó el título tras derrotar al equipo azulgrana por 5 a 2 en la prórroga. El trofeo se fue para el norte. Pero la rivalidad Barcelona-Real Madrid se quedó para siempre.
Una rivalidad que, según Eduardo González, académico de Humanidades: Historia, Geografía y Arte de la UC3M, “es el reflejo de la rivalidad en otros ámbitos: la ciudad industrial por excelencia, como es Barcelona, y la ciudad financiera, administrativa y de poder, como es Madrid”.