Leo Messi. Un nombre que es sinónimo del fútbol en su máxima expresión y una pesadilla real con una zurda inigualable y una diestra que ha mejorado con los años. El cerebro del fútbol en todas sus facetas. Simplemente, incomparable. Cuando hay que dar un paso al frente, cuando hay que finiquitar un partido lo antes posible o cuando se debe remontar un resultado adverso con todos los alicientes y sensaciones en contra, ahí aparece el 10 con una luz y sombra distinta a todos los demás. Se desprende en su forma de correr y sus compañeros lo saben. Incluso cuando sus mejores aliados --como Luis Suárez o Philippe Coutinho-- están desaparecidos, Leo aparece para desquiciar a los rivales y agrandar su leyenda.
El jugador incuestionable al que, incomprensiblemente, se cuestiona --muy de vez en cuando en una estrategia de desestabilización-- y que reaparece en sus horas más bajas --si es que las tiene-- para recordar al mundo que el Balón de Oro se puede repartir porque el merece un premio a parte en el que sea el único candidato. Es la justicia del fútbol personificada y también la honestidad, muy escasa en los tiempos que corren.
A ratos
Esa misma honestidad de la que el argentino hace gala cada domingo, es la misma que se ignora en Chamartín. El Barça es líder antes de visitar el Santiago Bernabéu por doble partida en apenas cuatro días con dos títulos en juego, y uno de los aliados de esta temporada de los azulgranas, hasta la fecha, ha sido el VAR.
Los de Ernesto Valverde deben remontar el empate (1-1) cosechado en la ida de semifinales en el Camp Nou. Un duelo que no estará exento de polémica, como es habitual en los clásicos, pero en el que el VAR volverá a jugar un papel indiscutible.
¿Advertencia o reglamento? El barcelonismo espera que lo que ocurrió en el Ciutat de València este domingo entre Levante y Real Madrid no sea una previa a lo que se vivirá en la capital este miércoles. Solo tiene un nombre: robo. A mano armada o con guante de seda, pero un robo que frustró un punto al conjunto valenciano que mereció más.
Ni con el VAR, del que tanto se quejan desde Madrid, se puede impartir una justicia que es evidente para la mayoría, excepto para aquellos cegados por el fanatismo. Es su primer año en LaLiga, pero necesita intervenir más y de verdad. Sin medias tintas. Messi siempre está, y al VAR, mientras tanto, se le espera.