Quizás el mejor negocio que ha hecho el FC Barcelona en su historia es aceptar un niño argentino que necesitaba una medicina que lo ayudara a crecer para convertirse en lo que hoy es: el mejor futbolista del mundo. Muy pocos técnicos conocían la dimensión que alcanzaría ese niño en el tiempo. Pero el Barcelona lo acabó de criar y Leo Messi resurgió en la cantera azulgrana. En esa acogida y en el posterior trato al jugador el Barça demostró ser un club con valores.
El día que a Evarist Murtra se le ocurrió sugerir a la directiva de Jan Laporta que si había que manchar la camiseta del Barça se hiciera con publicidad de Unicef también el club dio una muestra palpable de sus valores. El Barça hoy sigue colaborando económicamente con Unicef. Lleva su publicidad en la parte de atrás de la camiseta y aporta una importante suma de dinero a la entidad benéfica. Pero el fútbol es un negocio y hay que entenderlo como tal.
La Fundación, con todos los programas que benefician a miles de niños de muchas partes del mundo, también ejecuta una demostración de los valores que identifican al Barça. Discutir sobre los valores del Barça o ponerlos en duda a estas alturas es injusto. A la hora de tratar a sus jugadores, a los que llegan y a los que se van, está claro que el club tiene que velar también por sus intereses.
Pero la exigencia de la aplicación de los valores tendría que ser recíproca. Hablar mal del club, como sucedió con el representante de Munir la pasada semana, porque el cuerpo técnico iba a dejar fuera de las convocatorias al jugador hasta que se venciera su contrato a finales de junio, también es una injusticia. Fueron muchos los tuiteros que arremetieron contra la junta porque, según ellos, no se complacía los intereses de Munir y eso iba en contra de los valores que pregona e identifican al Barça. Una vez el club llega a un acuerdo con el Sevilla, para al menos sacar 1 millón de euros por un jugador por el que seguramente invirtió más, todos los que estaban linchando al club sufrieron un corte eléctrico o, como se dice ahora, “se les apagó el wifi”.
No es justo poner en tela de juicio los valores del Barcelona, porque quien los pone se olvida del comportamiento del club hacia Tito Vilanova, Abidal, o los homenajes a Xavi e Iniesta, por poner ejemplos recientes.