Finaliza otro ciclo de 365 días. El 2018 ha sido un periodo muy positivo para el Barça. El club despide el año con 25 títulos, tres de ellos de fútbol masculino, y la espinita clavada de la eliminación de la Champions, ganada por el Real Madrid, para más inri. Estos han sido, para mí, los mejores momentos.
Del 2018 me quedo con la Copa, la Liga y la Supercopa ganada en Tánger. Con las lágrimas de Malcom en Milán, con la magia del indomable Dembelé y con la liberación de Denis cuando marcó un gol a la Cultural.
Me quedo con Ter Stegen, que tanto para balones como para el autobús (el metro, en este caso). Y con Messi, fuente inagotable de buenas energías dentro y fuera del campo. Es el principal impulsor del que será el mayor centro oncológico infantil de Europa.
No me olvido de las nuevas perlas de la Masía, con Carles Aleñá a la cabeza, ni de alguien que surgió de allí: el capitán Andrés Iniesta. Ha sido un pilar del equipo para la consecución de 32 títulos, y se ha marchado por la puerta grande, cuando él ha querido, para conocer la cultura japonesa ahora que asume que su rendimiento no le alcanza para jugar en el Barça (si él lo dice…). Envidio a los japoneses. Siempre gracias.
Para recordar: el legado de José Luis Núñez, Quini y Zaldúa. El 5-1 al Madrid.
Para olvidar: la eliminación en el Olímpico de Roma.
¡Feliz 2019 (y que el nuevo ciclo sea tan bueno o más que este)!