Marc-André ter Stegen (Moenchengladbach, 30 de abril de 1992) es un tipo inteligente. Su capacidad de adaptación así lo sugiere. Su aclimatación a Barcelona llega a tal punto que se desplaza en patinete por el barrio de Gràcia, donde reside, y viaja en metro por la ciudad, cuentan que para ir a una peluquería en la que cobran cinco euros por cortar el pelo, un hecho que sorprende en deportistas de su nivel. No se le caen los anillos.
Marc-André ter Stegen en el metro de Barcelona / TWITTER
Mas el viaje en metro no es la única noticia que ha protagonizado Ter Stegen en los últimos días. También destaca el error que tuvo ante el disparo de Lo Celso y que supuso el 1-3 para el Betis cuando el Barça intentaba la remontada el domingo pasado. Un colaborador radiofónico expresó que “eso demuestra que también es humano”. Claro que lo es.
En los últimos años, los futbolistas, empujados por el negocio, se han hecho casi inalcanzables; los clubes de fútbol han cerrado sus puertas a medios de comunicación y aficionados. Ter Stegen las abre. Siempre atiende con buenas palabras a los profesionales de la información y a los seguidores. Asume que esto es su trabajo y que ellos son dos patas de su éxito.
Marc-André ter Stegen se lamenta durante el Barça-Betis / EFE
Un detalle del talante de Ter Stegen es que comenzó a estudiar español meses antes de fichar por el Barça (aterrizó en el Camp Nou en 2014). Hoy ya lo domina. Y fuera del terreno de juego lleva una vida discreta. Poco se sabe de él, más allá de que desde 2017 está casado con Dani, su compañera de aventuras desde 2012. El enlace, por cierto, fue semisecreto. Por sorpresa. Sin focos ni alfombras rojas.
Marc es un tipo familiar y hogareño. Su abuelo, sus padres —su madre tiene un negocio de estética en Alemania— y su hermano han sido siempre pilares en su vida; ahora lo es también Dani, su mayor apoyo. Tenaz, noble y tranquilo, reúne muchas de las características necesarias para una profesión como la de portero de fútbol. Entre sus inquietudes lejos del deporte está la cocina, que experimenta cuando tiene algún rato libre.
Es innata en Ter Stegen su capacidad camaleónica. Si hoy es, posiblemente, el mejor portero del mundo es gracias a ello. Porque Marc comenzó a jugar al fútbol lejos de la portería, hasta que un día falló el guardameta del equipo y se ofreció para parar balones. Era pequeño. En ese periodo de aprendizaje también se vio empujado por uno de sus entrenadores, que le ofreció los guantes con la excusa de que no le gustaba su forma de correr.
Así las cosas, Ter Stegen es uno de los mejores con las manos y tiene habilidad con los pies, cualidad muy necesaria para triunfar en la portería del Camp Nou. Andoni Zubizarreta lo tuvo claro desde el inicio y lo fichó por unos 12 millones de euros; hoy vale 80.
Y es que en estos tiempos es muy necesario (siempre lo es, vaya) que alguien reme en la otra dirección, alguien con los pies en la tierra. Sin olvidar que es responsabilidad de todos, respetando su espacio, que Marc siga haciendo vida como cualquier otro ciudadano. Chapeau.