De menos a más. Así se puede resumir el inicio de temporada del Barça en un curso que con el paso de las jornadas se ha mejorado en juego ofensivo, colectivo y defensivo, pero aún hay trabajo por hacer.

Desde que empezó la temporada, nunca fuimos invencibles. Atrás quedan aquellos días en que Ter Stegen contemplaba los partidos desde la lejanía, expectante, celebrando en su soledad los goles de Messi y compañía. También en otras inquieto por tener que resolver el encuentro en una jugada esporádica del rival con un marcador excesivamente corto.

Quedan lejos, muy lejos. La defensa del Barça sufre en exceso. Ha mejorado considerablemente, respecto a octubre, pero con muy poco hacño. La derrota contra el Betis es fruto del carácter ofensivo del Barça y de un equipo que, de no ser por el error de Ter Stegen, habría dado la vuelta al marcador. Dio signos evidentes de ello, pero el alemán, aunque no lo parezca, también es humano.

Nada que reprocharle. Faltaría más. El problema reside en lo colectivo y en un agujero que se da partido tras partido en la banda derecha. Un vacío que tiene nombre y apellidos: Sergi Roberto.

El de Reus es un portento físico. Creador de juego, entregado en ataque y más importante, con ideas e influencia directa en el juego, continúa sin resolver sus carencias defensivas. Descuida su espalda y mientras Ernesto Valverde espera que la calidad de Piqué y la línea defensiva compensen el déficit que el, ahora lateral, constata jornada tras jornada.

El Txingurri no debe sentarle, pero debe encontrar el equilibrio entre un jugador ofensivo como Roberto y otro más defensivo como Semedo. Una fusión daría el lateral derecho perfecto, pero esto no es Dragon Ball. Hacer un llamamiento esperanzador es una obligación en una situación extraordinaria a la que de momento no se ha encontrado remedio.

Fragilidad colectiva

Aun así y analizado con profundidad da igual quien juegue. Sergi Roberto, Semedo, Umtiti o Lenglet. Piqué es el único que no ha descansado –excepto en Copa--  y  pese a ser uno de los señalados, tampoco puede ser omnipresente. Con los titulares, los suplentes o los menos habituales el Barça no deja su portería a cero.

Leo Messi aguanta el Balón en el Barça-Betis / EFE

Leo Messi aguanta el Balón en el Barça-Betis / EFE

El Betis celebra su segundo gol ante el lamento de los azulgrana / EFE

Frente al Betis tampoco se debe a que el equipo bajo la guardia con el retorno de Leo Messi. Inesperado, pero bienvenido, el argentino volvió a dar un recital de su fútbol, aunque evitó entradas de forma evidente. El equipo mantuvo el tono, pero se vio superado por una pizarra táctica mejor y muy bien estudiada. Enhorabuena a Setién y sus hombres.

Toca mirar hacia delante y hacia el Wanda. Allí nos aguarda un equipo más peligroso. Nos cederá el balón y esperará, como hizo contra el Borussia Dortmund. Apenas tuvo el 15% de la posesión y le endosó dos goles. Efectividad donde las haya.

Volver al 4-4-2 se antoja descabellado. Hay demasiado talento para encerrarse atrás, pero todo el equipo debe proteger a una línea que no vive su mejor momento. Empezando por el punta y continuando por el centro del campo. Si no solo hay que ver el segundo gol del Betis --obra de Joaquín— a qué ritmo bajaron Busquets, Rakitic y Arthur.

Es una temporada de, por y para todos. Hay vida más allá del vacío que deja Sergi Roberto y algunos ya lo matan desde hace tiempo. Hay soluciones, más allá de la crítica,