Muchas bajas para un mes que puede determinar el futuro más inmediato del Barça y que todo apunta a que volverá a depender de la inspiración de Leo Messi.
Primero Sevilla, luego Inter de Milán, seguidamente Real Madrid, Rayo Vallecano, Inter de nuevo, Betis y Atlético de Madrid. Menudo mesecito.
Las bajas se acumulan en la enfermería azulgrana tras completarse uno de los veranos más fructíferos a nivel de fichajes y de los que desde el Barça se presumía con descaro. Éric Abidal reforzó todas las líneas, pero la mala fortuna saca ahora los colores de un Barça que, esperemos, no acuse estas bajas, muy sensibles para 630 minutos que se antojan complicados.
En Champions el equipo respira más tranquilo, pero la Liga peligra seriamente y el tourmalet del Barça está a punto de empezar. Dejando de lado la determinante baja de Luis Suárez para la línea ofensiva del equipo, las lesiones se han cebado con los zagueros. Casualmente la línea del equipo que pasa por su peor momento y en las que, quizás, Valverde necesitaba hacer más cambios para dar con la tecla definitiva.
Primero cayó Sergi Roberto. Una baja de dos semanas. Seguidamente Umtiti y de momento los servicios médicos del Barça esperan la evolución del tratamiento antes de decidir si pasa por quirófano y se queda cuatro meses en el dique seco o el tratamiento evoluciona favorablemente. Algo que ya sabían que podía ocurrir cuando ficharon al jugador. Con Piqué, Lenglet y Vermaelen como titulares, el belga ha vuelto a recaer con la selección belga y ha dejado sin recambios a los dos centrales que serán titulares a partir de ahora.
En definitiva, sin fondo de armario para un mes donde las piernas deberán hacer grandes sobreesfuerzos si se quiere sumar de tres en tres en todas las competiciones. Una situación que se suma a la ya conocida en la banda izquierda. Jordi Alba no tiene recambio natural en el primer equipo y a Valverde y al barcelonismo solo le queda rezar para que nadie más cause baja en el primer equipo.
Falta de planificación
El mercado ha sido de los mejores que se recuerdan en años, y si la mala suerte no se hubiera cebado con los azulgrana nadie hablaría de una mala planificación de fichajes. Pero en el fútbol se dan centenares de escenarios y este es el que le toca al club en octubre y noviembre. Un calendario complicado con muchas bajas.
En primer lugar ni Pep Segura ni Abidal escucharon a Valverde. Para el Txingurri, Vermaelen no cuenta y tras el Mundial podrían haber vendido a un jugador que aún tiene buen cartel en Europa. Con su contrato a punto de vencer en junio de 2019, el club está obligado a venderlo en invierno para evitar que salga gratis, ya que no contemplan la opción de renovarle.
Se deshicieron de Marlon por un precio anecdótico –seis millones de euros— y solo quedó Piqué como central diestro. Con este panorama, Valverde está obligado a mirar al filial --al menos hasta la llegada del mercado de invierno-- algo que se puede ver como un situación esperanzadora para dar oportunidades a los jugadores de la casa, pero que quizás no deberían debutar en partido oficial ahora, en el momento más delicado. La esperanza se basa en el regreso de Piqué, que ya advirtió tras empatar frente al Valencia que la situación “iba a cambiar” y volvería su mejor versión.
En esas estamos los culés, esperando un golpe sobre la mesa del tercer capitán para acallar de una vez por todas los murmullos que le rodean. Hasta entonces, Jorge Cuenca se postula como el favorito para sentarse en el banquillo del Camp Nou en caso de necesidad. El filial está llamado a ser la salvación de un primer equipo con muchas bajas, falto de resultados y de gol.