La grandeza del Barça se mide por su historia, por lo que significó en tiempos de la dictadura franquista, por sus títulos, por ser más que un club, por mantener un talante democrático, por las grandes figuras que han pasado por su vestuario, por ser uno de los equipos que lleva publicidad gratuita de Unicef, y, además, aporta una cantidad de dinero a esta institución, y también por vivir siempre bajo presión.
El Barça es uno de los pocos clubes en el mundo que parece que deba ganar la liga en octubre. También da la sensación de que está obligado a parir cada año jugadores de la cantera clonados a los de una generación triunfadora. Igualmente da la impresión de que es el único club en el mundo cuyas nuevas contrataciones tienen ganado el puesto de titular desde el primer día y su rendimiento tiene que ser óptimo desde el primer partido. Donde los killers del área no pueden pasar esa sequía goleadora que les cae durante una fase de la temporada. Donde los defensas son cuestionados al primer fallo que cometen. Donde el sistema de juego, el estilo o el ADN, no se cambia por nada. Quizás por todo eso es que el Barça también es más que un club.
Primer plano de Arturo Vidal / EFE
Muchas cosas han cambiado en el equipo con respecto a la temporada pasada en la que ganó Liga y Copa. Una de ellas es el banquillo. Anteriormente uno miraba la lista de suplentes y veía que lo que había no eran remedios eficaces. Este año, el banquillo tiene su peso. No ha jugado más que unos minutos y parte de la crítica se ha cebado con Arturo Vidal, igual que hizo con Paulinho. Y el chileno es un centrocampista experimentado, que tiene que adaptarse al juego del equipo, pero que estoy seguro dará rendimiento. Lo mismo pasará con Malcom, porque no me creo que Ernesto Valverde sea un técnico que porque él no haya pedido a cierto jugador no va a contar con él. De ser así, el técnico estaría echándose piedras sobre su propio tejado.
Un equipo que ha triunfado, un entrenador que ha ganado dos títulos en una temporada, unos fichajes reconocidos internacionalmente, merecen confianza y un poco de paciencia por parte del entorno más crítico y de la afición. Nada de lo que pasa aquí acontece en Mánchester, ni en Ámsterdam, ni tampoco en Madrid. Cuidemos lo que tenemos. Son muchos los que nos elogian y muchos más los que nos envidian.