¿A qué espera Josep Maria Bartomeu? Parece ser que en las oficinas del Barça se acumula el papeleo de renovaciones mientras se da prioridad, con urgencia, a la búsqueda y captura de un medio centro para el mercado de invierno.
Mientras Éric Abidal mueve hilos para acercar a Pogba o Rabiot al Camp Nou en enero, la dirección deportiva ha olvidado otros aspectos, con nombre y apellidos, que son prioridad para un equipo en horas bajas.
Jordi Alba, también conocido como el mejor lateral izquierdo de la última década, y para algunos de la historia del club, lleva año y medio esperando un gesto de la entidad.
Paso a paso
Este jueves, Sergio Busquets y el presidente rubricaron sus firmas en las oficinas del Camp Nou para hacer oficial una renovación que se ha hecho eterna. Busi, es por fin, jugador del Barça hasta 2023 y, además, queda blindado. Su cláusula de rescisión ha aumentado de 200 a 500 millones de euros y sube un escalafón salarial, solo por debajo de Messi y muy cercano a Suárez.
Con el centro del campo asegurado, es la hora del de L’Hospitalet. Se habla mucho de la messidependencia del equipo, pero la banda izquierda azulgrana desprende otro color cuando juega el ‘18’. Desde que regresó al Barça en 2012, Alba se ha hecho un hueco en el once inicial que solo supo cuestionar Luis Enrique. Con Ernesto Valverde en el banquillo, el lateral ha recuperado su mejor versión y se ha hecho dueño y señor de un carril para el que no existe sustituto.
A la espera de un guiño del club
Algunas demarcaciones en el terreno de juego se pagan caras en Europa. Encontrar laterales con su proyección ofensiva, su velocidad y su calidad en defensa no es fácil. Tampoco es fácil encontrar un jugador que tenga tanta conexión con Leo Messi y en la directiva no deben olvidar que al argentino hay que tenerlo contento. Los fichajes de este verano todavía no convencen y el club debe asegurar lo que todavía funciona.
Una foto de Jordi Alba durante el Barça - Leganés / EFE
A favor del club diré que todavía tiene dos años de contrato (2020), pero conociendo el mercado actual el Barça debe evitar las prisas. Tiene cuatro meses antes de la apertura del siguiente mercado para negociar con el jugador y su representante. Colocar al lateral en el escalafón que merece y simultáneamente buscar un recambio de garantías para que pueda descansar.
Quién juega con fuego, se acaba quemando
El experimento del Txingurri en Leganés con Vermaelen como carrilero fue un fracaso, pero no es la excusa para apresurar una renovación. Alba se ha convertido en el mayor asistente de Messi, hizo olvidar la marcha de Neymar antes de acabar la primera vuelta del la temporada pasada y su rendimiento está al alcance de muy pocos.
El jugador ha declarado en varias ocasiones que no piensa cambiar de destino, pero no conviene impacientar a Alba. Y es que el de L'Hospitalet quiere lo mismo que Busquets. El club debe recompensar su rendimiento y colocarle en el escalafón salarial que merece por su peso en el equipo y en el vestuario. La entidad no debe abocarse a una renovación basada en las prisas, pero octubre se postula como el mes crucial para iniciar las negociaciones.
Jordi Alba calienta junto a Leo Messi en un entrenamiento del Barça / FCB
Su cláusula de rescisión se sitúa en 150 millones de euros, una cifra asequible para algunos grandes de Europa y no hay laterales de su nivel en el mercado. Cumple los requisitos que se piden para esa demarcación y además ama al club, tiene un compromiso envidiable.
El agente del jugador, Vicente Forés, ironizó hace unos meses sobre el rendimiento del jugador e insinuó que quizás “en el club no estaban contentos con él”, pero se mostró tranquilo ante la renovación. Esperarían una llamada del club que todavía no ha llegado. Cada día que juega Alba, o que no juega, su cotización sube y sus exigencias también.
El proceso se ha alargado demasiado y el jugador está molesto, aunque tranquilo. El contrato se estudiará a fondo. Una mejora salarial, un blindaje total y una ampliación de la duración son los tres pilares a retocar para el carrilero que ostenta la etiqueta de máximo asistente de Europa. La renovación debe llegar sin prisa, pero con menos pausa.