Imagen bochornosa la que se dio el pasado domingo en Cornellá-El Prat. Más de un centenar de ultras radicales del RCD Espanyol saltaron al terreno de juego para intentar agredir a los jugadores del FC Barcelona, mientras éstos se encontraban en el círculo central celebrando el título recién cosechado de Liga. Por fortuna, los jugadores y miembros del cuerpo técnico del FC Barcelona reaccionaron rápido, y pudieron refugiarse en el túnel de vestuarios mientras los Mossos d'Esquadra y la seguridad del estadio intentaba repeler la invasión de campo.
El Atlético celebró la Liga sin problemas
No es una situación normal, ni mucho menos. Y deja una imagen muy mala de la afición periquita. Porque hace menos de diez años, de hecho, la afición del Camp Nou soportó con educación y respeto cómo el Atlético de Madrid celebraba sin problemas un título de Liga en el santuario azulgrana. Estuvieron un buen rato los colchoneros festejando sobre el césped, y desde las gradas se escucharon más aplausos que insultos.
Cierto es que el Atlético de Madrid nunca ha sido uno de los llamados "rivales eternos" del FC Barcelona, como sí lo son de manera mutua Real Madrid y RCD Espanyol. Pero el Barça perdió la Liga en esa última jornada contra el rival que, apenas unos minutos después, celebró en su propio campo el trofeo. Y no, no hubo ningún incidente.
Hubo injusticia arbitral en el Camp Nou
Cabe recordar, además, que en aquel partido Mateu Lahoz anuló por fuera de juego inexistente un gol legal del FC Barcelona, que habría permitido a los culés levantar el título. A pesar de la injusticia arbitral, y de que el equipo contrario obtuvo la gloria en la misma cara de los culés, no se produjeron altercados destacables.
Los ultras radicales del Espanyol deberían aprender de ello. Pero claro, buena parte de los que saltaron al campo podrían considerarse delincuentes, así que es posible que su capacidad de aprendizaje no sea la idónea. En cualquier caso, los pericos que justifican la invasión culpabilizando al Barça y llamando "provocadores" a los culés, como Joan Collet, también deberían reflexionar.