El FC Barcelona prepara la gran reforma del Camp Nou. Será la obra más emblemática del primer club deportivo de Cataluña en el siglo XXI, pero el primer gran campo del Barça fue el de Les Corts, donde permanece un pino centenario.
El antiguo campo de Les Corts sustituyó el de la Calle Indústria. Inaugurado en 1922, acogió los primeros partidos de Liga del Barça, un club que poco a poco fue el gran referente deportivo de Cataluña.
El cierre de 1925
El campo de Les Corts vivió días de gloria y días duros, de represión. Incluso un cierre en 1925, durante la dictadura del general Miguel Primo de Rivera. El 14 de junio, en un partido entre el Barça y el Júpiter en homenaje al Orfeó Català, los aficionados de los dos clubes pitaron el himno nacional, interpretado ese día por la British Royal Marine. En cambio, los seguidores aplaudieron el himno británico.
La masa social del Barça se disparó en el campo de Les Corts. Inicialmente tenía una capacidad para 25.000 aficionados. Tras varias ampliaciones, y con una gran mayoría de localidades de a pie, el estadio azulgrana podía acoger a 60.000 hinchas.
El Barça vivió tiempos de esplendor antes de la Guerra Civil y en los años 50. El fichaje de Ladislao Kubala dinamizó a un club perseguido por el franquismo y en el que sus aficionados podían hablar en catalán en las gradas.
Lleno hasta los topes
Les Corts solía llenarse hasta los topes. Incluso en partidos que se jugaban el día de Navidad o Sant Esteve. Y en muchos partidos se producían avalanchas. También hay imágenes de aficionados sentados en el mismo campo.
Muchos aficionados acudían al campo con transistor. Entonces todavía no había televisión y mucho menos internet y redes sociales. Y los aficionados discutían acaloradamente de los partidos del Barça, de los futbolistas y de los rivales en un pino que ya es centenario. Otro punto de encuentro era la parte alta de las Ramblas, sobre todo cuando el equipo azulgrana jugaba fuera, junto a la fuente de Canaletes.
El homenaje al pino centenario
Este viernes, el Barça ha participado en un acto de homenaje al conocido Pi de Les Corts, presidido por Elena Fort, a vicepresidenta del área institucional.
En el acto se ha destapado una placa conmemorativa instalada a los pies del árbol por el Ayuntamiento de Barcelona a petición de la Peña Barcelonista de Les Corts, que hace unos años hizo suya esta iniciativa de reconocimiento a este símbolo viviente como una cuestión de justicia vecinal. En el acto han participado también Joan Ramon Riera, consejero del Distrito de Les Corts; Carles Viñas y Josep Bobé, miembros de la Comisión de Memoria Histórica del FC Barcelona; Antoni Blanchart, presidente de la Peña Barcelonista de Les Corts; además de otros representantes de la Agrupación de Jugadores del FC Barcelona y del mundo peñístico.
La placa conmemorativa
La placa la ha destapado Josep Castellà, veterano miembro de la Peña Barcelonista de les Corts; uno de los vecinos del barrio que más ha velado a lo largo de los años para que el pino sobreviviera a las diferentes remodelaciones urbanísticas del espacio donde está plantado.
Durante el homenaje, Fort ha destacada la especial vinculación entre el Barça y Les Corts. Una relación que no siempre ha sido cómoda pero sí ha definido a este acomodado barrio de Barcelona. "El Barça lleva cien años en Les Corts" y este sencillo acto es "un homenaje a la historia del Club", ha recordado. "Este pino ha sido testigo mudo de la historia, un espacio de reflexión donde se ha hecho Barça y se ha hecho ciudad porque el Barça es Les Corts y Les Corts es el Barça", ha asegurado Fort.
Último superviviente
El árbol es el último superviviente de una gran extensión de huertos y jardines de frondosa vegetación que durante muchos años rodeó la finca señorial de Can Gasparó, adquirida por el Ayuntamiento en 1934 y derribada en 1971.
Fue en 1922 cuando el pino entró en el imaginario barcelonista, con la inauguración del campo de Les Corts, situado justo detrás de Can Gasparó. El Pi de Les Corts, con su privilegiada ubicación, se convirtió en un lugar recurrente de los aficionados barcelonistas, un lugar de encuentro para los que iban a ver el partido el domingo por la tarde. También se dice que era el lugar donde muchos socios del Barça rompían el carnet cada vez que el Club los decepcionaba. En cualquier caso, es un símbolo azulgrana vivo –nunca mejor dicho- que merece ser recordado.